Derio vivió en soledad la jornada más importante para recordar a los seres queridos. La restricción de movilidad marcada desde el Gobierno vasco para frenar la transmisión del virus impidió que los más de 40.000 bilbainos que cada año visitan el camposanto se acercaran el domingo dejando una imagen desoladora del cementerio. Las floristeras lamentaron esta situación que les llevará a pérdidas cuantiosas, mientras que los pocos familiares que se encontraban vivieron con tristeza la jornada.

El cementerio de Derio, vacío en el día de Todos los Santos. Vídeo de Pablo Viñas

El cementerio de Derio, vacío en el día de Todos los Santos

El cementerio de Derio, vacío en el día de Todos los Santos

Las colas y aglomeraciones que otros años se producían para llegar hasta el cementerio de Derio se tornaron en la estampa de un cementerio prácticamente vacío. Fueron pocas las personas que se acercaron a pesar de que este año la festividad de los Santos adquiría una relevancia especial puesto que muchos de los fallecidos por el covid-19 no han podido ser despedidos por sus familiares todavía.

Las recomendaciones del Ayuntamiento de Bilbao para la visita a los cementerios así como la presencia de los voluntarios de Cruz Roja para colaborar en el cumplimiento de las normas se quedaron sin sentido. No hizo falta controlar que los grupos no superaran las seis personas máximas por sepultura, ni controlar que las visitas durasen más de 45 minutos. La distancia de seguridad en el camposanto sobró ante la falta de visitantes y la tristeza invadió a las pocas personas que se acercaron a Derio.

Aun comprendiendo la gravedad de la pandemia los pocos familiares que se encontraban en el cementerio alzaron voces discordantes por la decisión adoptada que prohibió a los residentes de Bilbao acudir hasta el camposanto cumpliendo de esta forma las restricciones de movilidad impuestas por el Gobierno vasco. María Jesús mostraba su pena por la soledad en la que se estaba viviendo la jornada. “Si ni siquiera hoy, Día de Todos los Santos, nos dejan ir a visitar a los familiares cómo no vamos a estar tristes. Comprendemos la situación pero para eso están las medidas de control sin llegar a la prohibición”.

En la tumba del patriarca de los gitanos, la familia de Arturo Ramírez Fernández lamentaba con nostalgia no poder vivir esta jornada como otros años. “Nosotros pasamos todo el día, comemos y todo y estamos con él y nos juntamos. Los gitanos tenemos mucho culto a nuestros muertos”, señalaba Elena. La joven Idoia, de Derio, buscaba las tumbas de sus familiares para colocarles un ramo de flores. “Normalmente no vengo, pero en esta ocasión me daba pena porque sabía que no podían visitar el cementerio otras personas y no iba a haber nadie”.

Las floristerías

A la desolación de la jornada se unió la indignación de las floristerías para las que esta fecha es muy importante. “Este es el peor año que recuerdo con diferencia”. Enedina no se había achantado a las prohibiciones y haciendo honor a su nombre se había plantado con su puesto de centros, ramos y flores a las puertas del cementerio retando al destino para ofrecer flores a aquellos que lo precisaran. Pero sus arrestos no tuvieron los resultados esperados porque cuando el camposanto estaba a punto de cerrar prácticamente no había vendido nada. Su padre le llamó Enedina porque estuvo en un campo de concentración y la persona que le llevaba la comida se llamaba Enedino, un dios griego, así que en honor a aquel hombre le bautizó a su hija. Y algo se le transmitió a Enedina en los genes porque ayer no le faltaban razones para protestar en aras a su supervivencia. “Ahora mismo no estoy ganando. Estoy cambiando el dinero. Hay muchos que sin trabajar en Madrid siguen cobrando el sueldo. En mi caso, es al revés estoy pagando por trabajar”.

Y es que ya cifra las pérdidas de la jornada del domingo en al menos 3.000 euros. Así que “de nada me vale que me retrasen el pago de un impuesto o ni siquiera que me devuelvan lo que he pagado por poner el puesto estos tres días”. Porque Enedina mañana tendrá que regalar las flores entre sus amigos y el resto las tirará. “Yo no tengo cámaras de refrigeración. Así que ayuda necesitamos pero cómo nos van a ayudar”.