En Amorebieta, el hipnótico cubo negro de La Revelía descansa de sus habituales comensales. Fernando González vive estas fechas como el cierre de un año que ha cambiado su vida. La estrella Michelin ha llegado, pero la celebración es contenida, sin fuegos artificiales.

Una celebración contenida

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Recibe a la familia en casa, como siempre, aunque el lugar haya cambiado con los años. En la mesa manda el producto y la costumbre: langostinos, gamba roja para su madre, pulpo a baja temperatura, almejas, percebes, alguna angula, sopa de pescado y cordero. Hay alegría, pero también preocupación. Parte de la familia de su mujer sigue en Ucrania y el conflicto está presente, aunque no se nombre constantemente.

El agroturismo cierra y algunos se quedan a dormir. Al amanecer, el desayuno se alarga mientras los niños abren los regalos del Olentzero acompañados de tarta de queso y polvorones.