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El 35% de los voluntarios en Bizkaia lo hace también para combatir la soledad

BBK presenta un informe que ofrece una radiografía de la implicación social en el territorio y destaca el aislamiento social como uno de sus principales motores

El 35% de los voluntarios en Bizkaia lo hace también para combatir la soledadOskar Gonzalez

La Sala BBK ha acogido este lunes la presentación del estudioCiudadanía activa, más allá del voluntariado, dirigido por el experto en innovación Alfons Cornella, un análisis profundo que explica qué está pasando con el voluntariado en el Bizkaia y en el mundo, por qué se ha frenado y qué deberíamos hacer para reanimarlo en un momento marcado por cambios.

En palabras de Nora Sarasola, directora de Obra Social de BBK,“el voluntariado evoluciona al mismo tiempo que lo hace la sociedad”, y esa evolución es profunda. El informe confirma una paradoja que ya percibían las organizaciones: aumenta la sensibilidad social, pero no crece el número de personas que participan de forma estable. La falta de tiempo, la dificultad para conciliar y la disminución del tejido comunitario en los estilos de vida actuales invitan a repensar nuevas estrategias para fomentar la participación activa de la ciudadanía.

Freno desde la pandemia

A escala global, un 15% de la población realiza algún tipo de voluntariado, pero desde la pandemia el número de voluntarios activos se mantiene prácticamente estancado. A nivel estatal, la fotografía del voluntario es muy variada - el 54,3% son mujeres frente al 45,7% de hombres- y una notable diversidad por edades: un 20,5% de participantes tiene entre 14 y 24 años, un 16,4% entre 25 y 34, y un 23% supera los 65. Por ocupación, el 36% trabaja, el 21% está jubilado, el 18% estudia, el 15,5% está en paro y el 10% restante realiza labores del hogar.

Más de un tercio por socializar

Más allá de los perfiles, lo que más está cambiando son las motivaciones. El medio ambiente, las emergencias, la igualdad o el territorio local son las causas que más mueven a la ciudadanía. También la soledad no deseada, que aparece como uno de los motores más potentes: el 35% de las personas voluntarias reconoce que participa también para combatir su propia soledad. El estudio subraya, además, que el voluntariado no solo genera impacto hacia afuera, sino que influye en la salud y el bienestar de quienes colaboran. Quienes participan tienen un 27% más de posibilidades de encontrar empleo y pasan un 38% menos de noches en el hospital. “El impacto no es lineal, dos horas a la semana puede producir un impacto tremendo", señalo Cornella.

Entre quienes no participan, las barreras son conocidas pero persistentes: falta de tiempo, responsabilidades familiares y, sobre todo, desconocimiento de dónde y cómo ayudar. Por eso, el 49,2% opta por hacer donaciones en lugar de implicarse de manera directa.

La final de la UEFA o el Festival Open House

El estudio dibuja clasifica en tipos el ecosistema de voluntariado en Bizkaia. Confluyen los programas consolidados y de largo recorrido -como el Banco de Alimentos- , las respuestas ciudadanas que se activan ante emergencias puntuales -como la DANA en Galdakao o la movilización de recursos en apoyo Euskadi-Ukrania-, las iniciativas de compromiso cotidiano -iniciativas como la del Itsasmuseum o Bici Sin Edad- y las acciones más vinculadas al ocio o a grandes eventos, que permiten participar sin un compromiso prolongado como la final de la UEFA o el festival Open House. El resultado es un mosaico vivo, pero en el que la conexión continúa siendo un reto.

La jornada incluyó también una mesa redonda moderada por Johana Etxezarraga, de BizkaiaGara, con la participación de Iratxe de Lara, de la ONG Tantak; Endika Orbegozo, de Equipo Europa; y Iosu Martínez, cofundador de la Comunidad B-Norte. Todos coincidieron en que la iniciativa y la inquietud social existen, pero aún necesitan encontrar su rumbo. De Lara señaló que “solo una de cada tres personas que quiere hacer algo acaba encontrando cómo hacerlo”. Orbegozo añadió que no basta con quedarse al margen, y Martínez advirtió de que la mayor parte de las oportunidades sigue concentrándose en las grandes ciudades, dejando fuera a muchos municipios.

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El estudio también refleja un cambio generacional:millennials y jóvenes de la generación Z buscan experiencias con impacto real y alineadas con sus valores. No esperan que las instituciones lo solucionen todo; quieren proyectos flexibles y significativos, con comunicación clara y directa. “Los mensajes que funcionan con los mayores no conectan igual con quienes quieren hacer las cosas al momento”, destacó Cornella.

En conjunto, el informe deja claro que Bizkaia cuenta con energía social y motivación, y que, si la soledad es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo, el voluntariado puede ser una de sus respuestas más efectivas.