PORQUE 100 años no se cumplen todos los días, Lucía Pérez de la Iglesia recibió ayer un homenaje muy especial en el centro gerontológico Bilbozar, donde reside desde hace cuatro meses. Todo el protagonismo era para ella y la emoción de la cumpleañera era más que evidente, ya que en más de una ocasión no pudo aguantarse las lágrimas.

Junto a ella, para acompañarla y felicitarla, estuvieron su sobrina Mari Carmen Seguin, sus compañeras Marisa y Camino, y las profesionales del centro con las que convive diariamente. Además, también estuvieron presentes Marian Pérez de Albeniz, responsable de Asociaciones y Personas mayores del Ayuntamiento de Bilbao, y Miren Valle, del departamento de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia.

Y como es lógico, con un siglo a sus espaldas, las experiencias que ha vivido Lucía no son pocas. “Aunque en mi vida he pasado más cosas malas que buenas, puedo decir que estos últimos tiempos han sido muy buenos”, contaba la centenaria, que decía sentirse muy contenta en la residencia además de admitir que aún se siente joven. “Yo no soy mayor”, reivindicaba.

Nacida en Medina de Rioseco, Valladolid, emigró a Oviedo siendo muy joven por el trabajo de su padre, y allí, en Asturias, vivió toda su juventud. Aunque conserva muy buenos recuerdos de su niñez, los consiguientes años no fueron muy buenos. Uno de los momentos más duros de su vida vino al estallar la Guerra Civil. En Asturias les dieron la opción de refugiarse en Francia, y así lo hicieron, pero su padre pensó que la situación iba a mejorar y decidió quedarse. Al poco tiempo murió.

Así, quedaron solas su madre y sus dos hermanas, lo que no fue obstáculo para que siguieran adelante. “Cuando hubo pasado la guerra vinieron a Bilbao y Lucía lleva ya aquí unos 65 años”, relató su sobrina, además de describirla también como una mujer muy trabajadora. Pues Lucía, a diferencia de muchas mujeres de la época, lejos de limitarse solamente a las tareas del hogar, fue modista profesional de vestidos de novia. Y a día de hoy también sigue siendo una mujer luchadora, prueba de ello su capacidad de superación: “Mi tía el año pasado se rompió la pelvis y creíamos que se quedaría en silla de ruedas. Pero no. Tras hacer rehabilitación continúa caminando con la única ayuda de un andador”.

Para celebrar su llegada al centenar, representantes del Ayuntamiento y la Diputación llevaron regalos para Lucía. Esta no podía aguantarse la intriga y preguntaba “¿qué me vais a dar?”, mientras observaba y tocaba los paquetes. Poco tardó en romper a llorar de emoción al verlos. El Ayuntamiento le entregó la Farola de Bilbao, y la Diputación, por su parte, un cuadro del artista Jesús Lazkano llamado A salvo de cien tempestades, que simboliza la fuerza de una persona al llegar a los 100. La residencia le hizo entrega de un póster del Athletic, pues es una gran seguidora y fue socia durante cuarenta años. “Aunque recuerde Asturias con cariño por su juventud, para mi tía el botxo es su patria”.