La importantísima victoria lograda el domingo por el Bilbao Basket contra el Coosur Betis (86-84) que permite a los ‘hombres de negro’ abandonar unos puestos de descenso que habían ocupado durante las anteriores nueve jornadas llevó la guinda del tapón de Ludde Hakanson sobre Jerome Randle en el último segundo que sirvió para poner candado al segundo triunfo consecutivo de los de Álex Mumbrú, pero se cocinó al ritmo ofensivo que marcó un extraordinario John Jenkins.

El estadounidense cuajó el domingo, con diferencia, su mejor partido desde que fichara por el Bilbao Basket el pasado mes de diciembre ante la plaga de lesiones sufrida por el conjunto de Miribilla. Sus 28 puntos fueron fundamentales en un encuentro competidísimo, sobre todo porque 23 de ellos llegaron en la segunda parte con una carta de tiro magistral (9 de 11) y 11 los fabricó en los cinco minutos finales, tramo del partido en el que el conjunto vizcaino sumó 16 en total. Jenkins ejerció ayer de Jenkins, cumpliendo el papel de ‘killer’ para el que se le fichó.

Rol fundamental

Y es que este tipo de jugadores son fundamentales para conjuntos en la situación en la que se encuentra este Bilbao Basket, asolado por la amenaza del descenso. El papel de ejecutor, de pieza capaz de asumir responsabilidades en los momentos más calientes y de generar amenaza por sí mismo, es muy valorado en equipos que viven en situaciones delicadas. Álex Mumbrú siempre ha apostado por el valor del equipo y por un baloncesto grupal, pero siempre hace falta alguien que dé un paso al frente en los momentos de máxima tensión. Vamos, lo que con tanto acierto hizo Axel Bouteille la pasada temporada y en la presente faltaba en la batería exterior, pues Jaylon Brown es más dinamitador que constante en su amenaza y Jaroslaw Zyskowski, descartado por Mumbrú el domingo, no ha cumplido con las expectativas. Vamos, que a Jenkins se le fichó para asumir tiros y responsabilidades como hacen, con matices en cada caso, James Feldeine en el Coosur Betis, Alessandro Gentile en el Estudiantes, Kassius Robertson en el Monbus Obradoiro o Melo Trimble en el Urbas Fuenlabrada.

Nada más incorporarse a la disciplina bilbaina, y con solo un par de entrenamientos con el equipo, Jenkins debutó con victoria en la cancha fuenlabreña. Aquel día fue el segundo jugador más utilizado por Mumbrú y en 26 minutos de juego se jugó doce tiros, once de ellos triples, para sumar 14 puntos. Fue un arranque más que esperanzador, pero desde entonces su rendimiento había estado repleto de dientes de sierra. Su técnico ha argumentado desde el primer día que el jugador necesitaba tiempo y entrenamientos para afinar su estado de forma debido a su prolongada inactividad antes de recalar en Bilbao. Y es que salvo dos partidos con la selección de Estados Unidos, el escolta llevaba casi diez meses sin jugar, desde que el 7 de marzo de 2020 disputara su último choque del curso pasado con el Hapoel Eilat. Además, se da la circunstancia de que durante todo el ejercicio 2019-20 solo disputó seis partidos, cuatro en China y dos en Israel, por lo que desde que el 4 de abril de 2019 jugara el último de sus 26 partidos del ejercicio 2018-19 en la NBA enfundado en la camiseta de los New York Knicks, apenas había gozado de regularidad competitiva.

Encajar en el grupo

Al equipo le costaba encontrarle en situaciones ventajosas y al propio jugador se le notaba que no estaba del todo fluido en su juego y se le hacía difícil mezclar con el resto. Por eso Mumbrú tenía claro que las recientes tres semanas de entrenamientos sin partidos iban a ser fundamentales para crear mecanismos grupales e introducir en dinámica de grupo a jugadores a los que las lesiones y la inactividad había afectado de manera especial. Jenkins entraba en este último supuesto y poder trabajar con jugadores con los que apenas había coincidido, como Ondrej Balvin o Hakanson, le ha beneficiado muchísimo. También poder incidir en sus entrenamientos de tiro además de las sesiones colectivas.

Sus dos partidos con mejor valoración han llegado tras este parón (16 contra el Acunsa GBC y 26 ante el Betis). Sus 28 puntos con 11 de 17 en el tiro no serán números alcanzables en cada cita, pero su capacidad para asumir galones en momentos importantes y su demostración del domingo servirán para que acapare todavía más atención por parte de las defensas rivales, liberando espacios para el resto. Sus tablas, su acierto triplista y esa capacidad para amenazar desde los 6,75 para posteriormente echar el balón al suelo y lanzar desde cinco o seis metros, donde sus porcentajes son magníficos, deben convertirle en un factor importantísimo ahora que el conocimiento entre él y sus compañeros se ha incrementado y es recíproco. El factor Jenkins.