Cinco segundos y ocho décimas pueden ser muy largos, una auténtica tortura, cuando decantan la balanza de un resultado trascendental para la supervivencia. En esas circunstancias se hacen eternos. Esperanza o descalabro en un pestañeo. Sacar la cabeza del fango o hundirse en él. Sin término medio. El Bilbao Basket se enfrentó el domingo a cinco segundos y ocho décimas que pueden decidir su futuro deportivo en la Liga Endesa y salió triunfante, revitalizado por una victoria agónica ante el Coosur Betis que sumada a la conquistada la pasada jornada ante el Acunsa GBC aclara un horizonte que hasta hace bien poco no era nada halagüeño. En esos cinco segundos y ocho décimas, interminables, los hombres de negro defendían un 86-84 ante un rival con armamento suficiente como para estropear la matinal en Miribilla. Sacó de banda Tobias Borg, un viejo conocido, para Jerome Randle, que quedó emparejado con Ludde Hakanson tras el amago de ayuda de Arnoldas Kulboka. Un bote a más de siete metros del aro, dos, tres, cuatro... Con un segundo en el reloj, el estadounidense se levantó desde la distancia de tres puntos con ganas de vestirse de héroe, pero lo que se encontró fue la mano del sueco en el balón. Un tapón colosal. Soberbio. Inapelable. De hecho, Hakanson se quedó con la bola en su poder y esperó como si nada, sin darse importancia, hasta que Kulboka y Quentin Serron corrieron a abrazarle para celebrar un triunfo celestial que saca al conjunto vizcaino de las plazas de descenso.

Fue el colofón perfecto a un partido digno de desfibrilador, taquicárdico, jugado entre dos equipos azotados por la presión clasificatoria y con claros y oscuros en sus modus operandi. Los béticos complicaron la vida a los anfitriones con su potencia física, su buen hacer en el rebote ofensivo personificado en la figura de Youssou Ndoye y la muñeca de James Feldeine, pero los bilbainos tuvieron a su salvador en la figura de un fusilero de élite que ayer demostró que su fama es bien merecida: John Jenkins. El estadounidense jugó una segunda parte colosal, se echó al equipo a la espalda, asumió tiros en ataque cuando la tensión agarrotaba las muñecas y dejó el partido a falta del remate final, que llegó con una canasta tras rebote ofensivo de Ondrej Balvin para el 86-84 y el tapón de Hakanson. El de Tennessee metió 23 de sus 28 puntos en la segunda parte con un fantástico 9 de 11 en tiros de campo. En los cinco minutos finales del partido, 11 de los 16 puntos de los de Álex Mumbrú llevaron su firma. Fue algo descomunal, una actuación para el recuerdo de un jugador que llegó en diciembre tras una larga inactividad y que va demostrando su capacidad para ser la mano firme que el equipo necesita de cara al tramo final del ejercicio.

El partido arrancó con más ritmo que acierto por parte de ambos equipos, pero fueron los anfitriones, demasiado fallones desde todas las distancias (amanecieron con un 1 de 9 en tiros de campo), los primeros que se quedaron atrás (5-11), pues los de Plaza, con TJ Campbell activando su juego uno contra uno y Borg como brazo ejecutor, supieron hacer daño. Sin embargo, la entrada en escena de las rotaciones reactivó a los de Mumbrú. El Betis tuvo relativo éxito en su propuesta de explotar su ventaja física cerca del aro con Ndoye, pero fueron los locales los que encontraron los caminos hacia el aro con Goran Huskic como suministrador y Jaylon Brown sumando puntos. Así, el Bilbao Basket conectó un 11-2 para pasar a mandar en el marcador, pero el primer acto se cerró con las espadas en todo lo alto (18-18). El duelo siguió igualado hasta que una antideportiva de Serron fue castigada con una jugada de cinco puntos de Feldeine, que en la siguiente jugada enchufó otro triple para distanciar a los suyos hasta un peligroso 25-32. Se revolvieron los hombres de negro, con el belga tirando del carro y Kulboka y Brown aportando puntos, para igualar a 37 puntos pese al enorme daño que seguía haciendo Ndoye a sus pares, pero fueron los verdiblancos los que llegaron con ventaja al ecuador de la cita (42-44).

Tras la reanudación, el Bilbao Basket salió muy activo y efusivo y a lomos de un colosal Jenkins, autor de nueve puntos en tres minutos, le dio la vuelta al luminoso hasta un interesante 55-50. Sin embargo, el problema del rebote defensivo seguía vigente y el Betis facturaba demasiados puntos a centímetros del aro bilbaino. El empacho de segundas oportunidades de los visitantes, con Feldeine muy incisivo castigando ese tipo de acciones, se mantuvo más en el tiempo que el acierto de los hombres de negro, por lo que el marcador volvió a cambiar de dueño (59-62) tras un 0-7.

Entre Jenkins y Kulboka se las arreglaron para que el duelo llegara igualado a 66 puntos a sus diez minutos finales. Con la tensión palpable en ambos equipos, era la colosal presencia interior de Ndoye la que desequilibraba la balanza a favor de los visitantes. Superando a Dos Anjos y a Balvin, los puntos y rebotes del pívot senegalés colocaron un peligroso 70-73 a seis minutos del final. El Bilbao Basket sufría en ataque y en defensa, perdía algún balón tonto y presentaba problemas de faltas que su rival aprovechó para viajar a la línea de tiros libres. Jenkins volvió a equilibrar el duelo, Borg lo llevó hasta el 75-80, pero un triple de Serron lo equilibró de nuevo a 2:48 del final. Tras una sucesión de fallos por parte de ambos equipos, una canasta de Campbell a falta de 1:21 puso la soga en el cuello del Bilbao Basket, pero Jenkins respondió con cuatro puntos seguidos para el 84-82 a 36 segundos del final. Pegó Ndoye, respondió Balvin y con cinco segundos en el reloj el Betis se la jugó con Randle, al que Hakanson colocó un soberano tapón que saca al Bilbao Basket del descenso.