Han pasado ya un puñado de horas desde la debacle de La Cartuja y a pesar de ello, de que las pulsaciones han bajado su intensidad, aún resulta difícil digerir la derrota sufrida por el Athletic en la final de Copa. Una nueva oportunidad perdida en un torneo que hace años dejó de ser fetiche para el conjunto rojiblanco, que sufrió la peor de sus derrotas el sábado por aquello de caer frente a la Real Sociedad en un derbi inédito hasta la fecha. Una cita que deja a un puñado de futbolistas señalados por el bajo rendimiento ofrecido en una noche tan señalada.

La presión, que muchos apuntaban en la previa que podría atenazar al conjunto txuri-urdin, bloqueó al Athletic, siempre incómodo, incapaz de desarrollar su juego y, lo que es peor, que demostró una falta de intensidad tremenda. Rendimientos individuales al margen, esta última cuestión es la que más debe preocupar al cuerpo técnico y al resto de protagonistas. Tiene trabajo por delante Marcelino García Toral no ya solo para elevar la moral de una tropa hundida, sino para tratar de recuperar la mejor versión de algunos de sus futbolistas, con mención especial a aquellos que cuentan con la vitola de estrellas. No hubo rastro de ninguno de ellos en La Cartuja.

Que los dos únicos disparos a puerta del Athletic en los 90 minutos fueran obra de Iñigo Martínez, un central, no deja en buen lugar a los delanteros. Cierto es que desde la llegada del técnico asturiano, en 19 partidos solo en dos de ellos se ha quedado sin marcar el conjunto rojiblanco, pero ganar una final sin ver puerta se antoja complicado.

Iñaki Williams, autor de sendos tantos en las dos finales que había disputado hasta el sábado, la de la Copa de 2015 y la de la Supercopa del pasado mes de enero, no estuvo ni siquiera cerca de batir a Alex Remiro, un exrojiblanco con muy poca clase en la victoria y una memoria demasiado corta.

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Las imágenes de la final de Copa Athletic-Real Sociedad

No le salió nada al atacante bilbaino en una noche para olvidar . Desde que el coronavirus paralizó el mundo hace poco más de un año, Williams ha ofrecido un mayor repertorio futbolístico que el que probablemente se le había visto hasta entonces, pero sus registros goleadores han sufrido un preocupante bajón. No obstante, desde su gol al Valladolid el 8 de marzo de 2020, solo unos días antes de que se decretara el confinamiento en el Estado, el bilbaino ha logrado únicamente siete tantos en los 47 encuentros que ha jugado el Athletic, partidos en los que bien de titular o saliendo desde el banquillo, ha participado en todos. Su último gol lo marcó el 15 de febrero ante el Cádiz.

REPASO A LA PLANTILLA

Algo más participativo se mostró Raúl García, aunque el navarro se fue diluyendo con el paso de los minutos, en sintonía con el resto de sus compañeros. Este, al menos, trató de sorprender al guardameta de la Real Sociedad en la primera mitad con un disparo que se perdió por la banda. Insuficiente para un jugador de su importancia que recuperó el tono goleador y ofreció un rendimiento notable coincidiendo con la llegada de Marcelino al Athletic, pero que ha perdido esa efervescencia en las últimas semanas.

Así las cosas, uno se pregunta por qué un futbolista como Asier Villalibre no tiene más presencia en el equipo. En una reciente entrevista concedida a DEIA, Marcelino reconoció haber sido injusto en ocasiones con el delantero de Gernika, al que introdujo al campo en la final del sábado cuando solo restaban 15 minutos para la conclusión. Demasiado poco tiempo para tratar de hacer algo de provecho, aunque se fajó y generó una llegada peligrosa.

El desabastecimiento a los delanteros fue total y apenas se contabilizaron un par de jugadas trenzadas con cierto criterio cerca del área defendida por Remiro. Un hecho este que va en el debe de los cuatro centrocampistas. Solo Dani García se libra de la quema por ser otras sus virtudes, en las que se mostró más o menos solvente, pero en la creación no hubo rastro de Iker Muniain, Alex Berenguer ni Unai Vencedor. Un par de chispazos de los dos futbolistas de banda que resultaron insuficientes en medio de las muchísimas imprecisiones que tuvieron un efecto contagio en el resto de sus compañeros.

FALTA DE RECURSOS

Mención especial en este aspecto merece Yuri Berchiche, uno de los jugadores más experimentado del equipo, que llegó al Athletic tras un año de éxitos en el París Saint-Germain, pero que estuvo en la final como un alma en pena. Sufrió en defensa ante Portu y Gorosabel y su aportación en ataque fue nula. Alcanzó línea de fondo en muy contadas ocasiones y ninguno de sus centros encontró rematador; es más, la mayoría, si no todos, acabaron golpeando a algún rival.

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Entrenamiento del Athletic en La Cartuja, previo a la final de Copa

Los dos centrales, inmensos en la primera mitad, evitando cualquier peligro de la Real en centros laterales, también se cayeron cual castillo de naipes tras la reanudación. Tanto Yeray Álvarez como Iñigo Martínez fueron protagonistas involuntarios en la acción que decantó el encuentro del lado txuri-urdin. El primero cometió un error en la salida del balón que propició la contra de la Real que acabó en penalti cometido por Iñigo sobre Portu.

Con todos sus pilares muy lejos de su mejor nivel y con Marcelino desacertado también en los cambios, sin soluciones para arreglar el desaguisado, el Athletic cayó con mérito ante una Real Sociedad mucho más ambiciosa, a la que los nervios le duraron apenas un cuarto de hora y que, una vez se sacudió el miedo a la derrota, fue mejor que su rival. Un Athletic que deberá mejorar mucho sus prestaciones si quiere tener la más mínima opción de vencer al Barcelona en la final del día 17. Marcelino, tiene usted trabajo por delante.