Pues sí hubo quinto malo. El Athletic continúa sin conquistar el título de Copa en el siglo XXI, por lo que el último retrato glorioso en esta competición casi se recuerda en blanco y negro. Data de 1984, cuando Dani alzó el trofeo en el Santiago Bernabéu después de que aquel equipo campeón de Javier Clemente tumbara al Bacelona de Diego Armando Maradona, el mejor futbolista del mundo por entonces. Son varias las generaciones de aficionados rojiblancos que desconocen lo que supone ganar la Copa, la competición del Athletic por idiosincrasia. Se tienen que conformar, eso sí, con presumir de haber celebrado dos títulos de la Supercopa, en 2015 y el del pasado 17 de enero, también en La Cartuja, que tampoco es nada baladí. El conjunto rojiblanco, además, goza de una nueva oportunidad dentro de dos semanas en este mismo escenario, cuando se juegue el título, que sí da el pasaporte a la Europa League al contrario del premio de ayer, frente al Barça, su verdugo en las finales de 2009, 2012, y 2015. En 1985, un año después de la icónica imagen de Dani, el Atlético de Madrid impidió que la entidad bilbaina aumentara su cosecha de Copas hasta el número 25, que se ha resistido en los últimos 37 años. El efecto Marcelino, que tan buen resultado dio hace dos meses y medio con las enormes victorias sobre el Real Madrid y el Barça, no sirvió ante una Real Sociedad que ve alimentado su ego hasta límites insospechados, por lo que la masa social athleticzale ya sabe a qué atenerse durante un largo tiempo a cien kilómetros al este. Eso sí, el palmarés de la Real en este torneo se reduce a tres entorchados.

El varapalo tiene su impacto. No se puede obviar. Al técnico asturiano, por tanto, le toca hacer terapia para recuperar la autoestima de sus pupilos, que no mostraron el necesario gen competitivo para subir a los altares. Ocurrió como en las anteriores finales ante el Barcelona, aunque se tratara de un rival más potente a priori que la Real, e incluso como en Bucarest, cuando el bloqueo de los leones fue monumental frente al Atlético de Diego Pablo Simeone. El Athletic falló en el derbi más trascendental de la historia por todo lo que rodeaba a la simbología de esta final. Es probablemente la primera mancha en esta etapa de Marcelino, que no pudo revalidar el título que conquistó en 2019 al frente del Valencia. Para la entidad donostiarra, en cambio, es su tercera corona, que la consigue 34 años después de la anterior, por lo que, desde su óptima, sí tiene motivos para hablar de un antes y un después.

Al Athletic no le valió la plusvalía que supone jugar finales, seis a partido único en lo que va recorrido de siglo XXI, porque la Supercopa de 2015 se disputó a doble enfrentamiento.

incredulidad general

Ni siquiera sumó la experiencia de jugadores como Raúl García y Yuri Berchiche, que ya tienen alguna Copa en sus currículum, las cosechadas con sus anteriores equipos, el Atlético de Madrid y el PSG, respectivamente. Ni tampoco valió la experiencia que atesoran los Muniain, Iñigo Martínez, De Marcos… Las que se entienden que son las grandes referencias del equipo prácticamente dimitieron de la final ante la incredulidad de casi todos. El Athletic de Marcelino no fue tal. No fue el de las eliminatorias de la presente edición, de la que falta la mencionada final del día 17.

No fue el equipo que no se rindió en ningún momento en el Benito Villamarín, ni el equipo que remontó en el Ciutat de València. Fue más parecido al equipo que perdió en liga ante la Real durante el tramo final de la etapa de Gaizka Garitano. Incluso, el propio Marcelino cambió su fórmula en la medular, la posición que más quebraderos de cabeza le genera y quizá tampoco acertó en la gestión de los cambios. Trece meses largos de espera para sufrir un fiasco tan difícil de digerir. Y el miércoles toca visita Anoeta. Más sal a la herida.

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Son los cambios que presentó el once respecto al que conquistó la Supercopa el pasado 17 de enero. Entonces Marcelino no alineó de inicio a Alex Berenguer y, en cambio, sí lo hizo con Ander Capa. Dos meses y medio atrás, Mikel Balenziaga ocupó el lugar de Yuri Berchiche, entonces lesionado y que anoche naufragó.