Marcelino García Toral (Villaviciosa, 14 de agosto de 1965) es una persona cercana. Recibe al invitado con una sonrisa sincera. Le gusta conversar, está curado de espanto y no asoma gesto alguno dubitativo a la hora de responder. La entrevista se acuerda en una duración de media hora, pero el técnico del Athletic no mira en ningún momento su reloj y la audiencia se extiende hasta casi un cuarto de hora más. "Son noventa minutos para ganar un título de Copa, que hace bastantes años que no sucede a un club que es copero por excelencia. Todos disfrutamos de esa posibilidad y a la vez siempre tienes la expectativa de ganarla. Puedes pensar que no hacerlo sería una decepción, pero tenemos que ser positivos, pensar en la opción de ganarla", expresa Marcelino como punto motivador hacia una afición, la rojiblanca, que cree "entregadísima, muy cercana, que nos ha ayudado en todo".¿Qué le dice el cuerpo a pocos días de la final ante la Real Sociedad?

—Pues que somos unos privilegiados por encontrarnos en esta situación. Poder vivir este extraordinario partido, tener la posibilidad de ganar un título. Creo que tenemos que darle ese valor de sentirnos partícipes de algo que es muy difícil, que solo dos equipos llegamos a esta posibilidad y que ahora jugaremos un partido bonito, atractivo y ojalá seamos capaces de ganarlo.

Cuando está ya tan cerca la final, ¿se tiene miedo de perderla, miedo al fracaso?

—No debe, porque mi enfoque es el mismo que en cualquier otro partido. Juegas contra un rival y debes intentar poner en el campo tus cualidades para poder derrotarle. ¿Qué conlleva eso? Pues si ganas un partido en la liga, sumas tres puntos y si lo haces en la final, te llevas el título. Esa es la diferencia.

El éxito de la Supercopa fue en gran parte inesperado, fruto quizá del efecto que ocasionó su llegada al Athletic. Había mucho que ganar y poco que perder. ¿Es consciente de la trascendencia, del impacto social que supone una final de Copa entre el Athletic y la Real, que va más allá del fútbol?

—No creo que fuera por el efecto Marcelino. Fuimos capaces de ganar porque excelentes futbolistas desarrollaron de forma común su máximo potencial. Con una mentalidad adecuada a competir y con un convencimiento enorme. Es lo que tenemos que buscar en esta final. Tenemos ese referente y, por lo tanto, para mí no lleva una obligación diferente. No tenemos que estar fijándonos quién sea el rival, sino quiénes somos nosotros, optimizar nuestro máximo rendimiento, encauzarlo durante los noventa minutos para superar al rival.

Se lo preguntaba también porque en la final de la Supercopa no emergía esa presión que sí genera esta final. ¿Nota ansiedad, la nota en el vestuario?

—No la percibo. Intentamos disfrutar del entrenamiento, intentamos trabajar. Cierto es que esta última semana nos ha venido muy bien, porque después de tantos partidos, tanta insistencia, tantas sensaciones, pasar eliminatorias de Copa para llegar a otra final y haberlo conseguido, ha supuesto una liberación.

Habla de liberación, porque el fútbol también es sentimiento. ¿Qué sensaciones tiene Marcelino?

—Tengo sensación de alegría, de satisfacción, por poder estar aquí siendo entrenador del Athletic, siendo el máximo responsable del cuerpo técnico, convivir con estos extraordinarios jugadores y tener la posibilidad de ganar un título con ellos y que ellos me hagan a mí ganar el título. Todo ello para hacer disfrutar a una afición entregadísima con su club, muy cercana, que nos ha ayudado en todo y en esta época que nos toca vivir de pandemia, en la que todo el mundo necesitamos una satisfacción.

Puso el listón muy alto con el título de la Supercopa y el posterior recorrido en la Copa hasta lograr el billete a la final del 17 de abril. ¿No cree que se han generado expectativas un tanto elevadas?

—No, ha generado una ilusión. Hay noventa minutos para ganar un título de Copa, que hace bastantes años que no sucede a un club, repito, que es copero por excelencia. Todos disfrutamos de esa posibilidad y a la vez siempre tienes la expectativa de ganarla. Puedes pensar que no hacerlo sería una decepción, pero tenemos que ser positivos, pensar en la opción de ganarla. Y lo que debemos procurar es que la afición se sienta orgullosa de su equipo por la ambición, por la ilusión, por el esfuerzo realizado.

Pero perderla supondría todo un varapalo para esa afición, por caer ante quien caes, el vecino.

—Podría ser, pero no me planteo esa situación. Como no me la planteo, no me genera ni incertidumbre, ni desconfianza, ni nada. Simplemente nos planteamos el trabajar con un futbolista para sacarle el máximo rendimiento. Si lo conseguimos, estaríamos muy cerca de lograr la victoria. Todo lo demás es secundario. Es después de. Y todo lo que sea después de no tenemos la capacidad de trabajar sobre ello. Nuestra capacidad es trabajar y lograr el estado de ánimo adecuado para buscar la victoria.

¿Y le da igual que sea ante la Real, el Madrid o el Barça?

—Es igual. No influye para saber cómo contrarrestar a ese equipo y para conocer sus puntos débiles y sus puntos fuertes. Juguemos contra el Madrid, la Real o el Barça, no creo que vaya a diferir algo. Competición, jugar y después tener un plan para llevarlo a cabo.

Los dos últimos partidos de liga (Celta y Eibar) han dejado un mal sabor de boca. ¿Detecta una cierta inquietud en el entorno ante las dudas que haya podido generar el equipo de cara a esta final?

—No. Este partido será diferente. En la liga estamos en una situación intermedia, casi definitivamente alejados de la zona de abajo y con la tesitura de que es complicado llegar arriba. Tenemos que tener la convicción de poder llegar en una liga muy igualada y es difícil sumar de tres en tres. Es una pena que en la mayoría de partidos que acabaron en empate creo que, siendo objetivo, merecimos ganar más que perder. Y es ese el punto que nos da fortaleza, lo difíciles que somos de batir.

Entonces, ¿el partido ante el Eibar no le genera dudas?

—A mí no me genera ninguna duda. Porque si hubiéramos acertado en el segundo tiempo podríamos haber ganado; o si no hubiéramos tenido un error puntual cuando teníamos el partido controlado€ No fuimos un equipo vulnerable, no fuimos inferiores, no sacamos ese empate a duras penas. Ese empate se transformó por un desacierto nuestro. El concepto del juego fue superior al resultado y no debe generar dudas.

La Real Sociedad llega a esta final tras encajar un 1-6 ante el Barça en Anoeta. Imagino que dirá que no le afectará porque una final de Copa tiene su vida, pero quizá sirva para descubrir sus debilidades. ¿Cuáles son?

—Analizamos a la Real como un gran equipo, que lo es como así lo ha estado demostrando esta y la pasada temporada, con una idea de juego muy interiorizada, con un entrenador que lleva mucho tiempo y en eso sí creo que nos lleva ventaja respecto a nosotros, que llevamos poco tiempo. Es un buen equipo. ¿Que tiene puntos fuertes? Sin duda. ¿Que también los tiene débiles? Evidentemente.

¿Y dónde le puede hincar el diente el Athletic?

—Va a ser un partido muy igualado, depende de que nosotros no cometamos errores y concretemos nuestras posibilidades en las llegadas.

¿Qué jugador o jugadores de la Real le quitan el sueño?

—A mí el sueño no me lo quita ninguno. Tengo un gran respeto hacia los jugadores de la Real y a su entrenador porque transmite a su equipo una idea muy bien definida. Es un gran equipo, pero no me quita el sueño.

La Real le saca diez puntos al Athletic en liga y por ello partiría como favorita, pero el Athletic tiene más experiencia en las finales y en enero ya ha ganado una.

—Ni lo uno ni lo otro va a definir al campeón. El campeón será definido de lo que sea capaz de hacer cada uno durante los noventa minutos y por el acierto que ese día se tenga.

El aficionado del Athletic se sabe de memoria nueve de los once futbolistas que probablemente comparezcan de inicio y queda la duda de cuál será la pareja en el doble pivote. ¿Le está dando más quebraderos de cabeza de los esperados encontrar la dupla fiable, que no sea tan inestable?

—El aficionado del Athletic ya tiene ventaja respecto a mí (risas). Porque ahora mismo no nos ponemos a analizar la alineación, que la concretaremos el día del partido. Hasta ese momento tenemos que hacer a todos partícipes de lo que queremos proponer en esa final y, a partir de aquí, tomar la decisión de que los que salgan a jugar sean los idóneos. ¿Qué pasa con la situación concreta a la que se refiere? Pues que hay mucha igualdad en esa posición. A lo largo de los partidos nos han ofrecido buenos rendimientos unos y otros. Ambos son compatibles. Vesga puede jugar más con Unai (López) y con Vencedor, lo mismo que Dani (García), que si ponemos a dos por un lado y a dos por otro lado, aunque en momentos puntuales también se puede hacer. Con tantos partidos en poco tiempo a los entrenadores no nos da suficiente tiempo a probar situaciones y vamos a los que nos ha dado resultado.

En la Supercopa su apuesta fue Vencedor y Dani García, y después la ha variado. Otros retoques respecto a ese plan son la suplencia de Ander Capa y la irrupción de Alex Berenguer. ¿Qué le ha penalizado al primero y que le ha recompensado al segundo?

—Tampoco sabría decirlo en concreto. Simplemente, empezamos jugando con Capa y De Marcos, porque teníamos rivales muy complicados de inicio y por mi parte tenía un conocimiento mayor de estos jugadores que de Alex. Los buenos resultados también te ayudan a seguir con esa alternativa, pero luego el tiempo y el rendimiento ponen a cada uno en su lugar. Nosotros intentamos ser justos y aquellos que vienen pujando fuerte si creemos que merecen jugar, pues juegan. Partimos siempre de que en la relación personal y profesional, la sinceridad en lo personal se basa en intentar ser justos. Alex tuvo un buen rendimiento, nos lo ha ofrecido en los últimos partidos y creo que es de justicia que tenga continuidad.

Asier Villalibre también viene pujando fuerte y quizá se haya ganado también un protagonismo mayor. ¿Cómo maneja su caso cuando el futbolista sabe que tiene de antemano por delante a Williams y Raúl García?

—Williams nos ofrece unas posibilidades en cuanto a juego diferentes a las que tiene otro tipo de futbolista debido a su perfil. Nos viene bien a la hora de hacer transiciones rápidas, a la hora de buscar espacios a la espalda que Villa (Villalibre) no nos ofrece. Pero Villa también es un jugador de área, que da confianza en el juego de espalda. Hay que buscar que en cada momento nos ofrezca lo máximo. Villa nos ha ofrecido, a pesar de que no haya jugado todos los minutos que puede que haya merecido, grandes momentos. Es un jugador que tenemos muy presente y estamos muy satisfechos de lo que nos ha dado, posiblemente más que él con nosotros por lo que le hemos dado.

¿El desenlace de la final ante la Real va a marcar la del 17 de abril ante el Barça?

—Debemos ser conscientes y maduros para preparar cada partido. Lo hemos intentado en cada partido de liga. No es sencillo, porque el poder de atracción de esa primera final, y posteriormente la segunda, respecto a los partidos de liga lo puede superar. En nuestros mensajes no hemos hecho ninguna referencia a la final. Cada cosa merece su tiempo y forma. Tenemos que ser conscientes de que una final es un partido diferente y quizá nuestra capacidad de fijar la atención ahí€ Ahora sí que nos preocupa, y sobre todo a partir de este domingo, esa final. Es así, es su momento.

Tenemos la referencia de 2012, cuando el Athletic perdió sus dos finales en un intervalo de 16 días.

—Sí, pero también al jugador que tuvo aquella oportunidad debe servirle al resto de compañeros para ver cómo es la forma de afrontar cada momento. Tenemos claro que debemos transmitir, y ojalá convencer, de que no hay una final y otra final. Solo hay esta final, este partido, ese rival y noventa minutos que nos pueden otorgar un título.

"Como no me planteo perder la final ante la Real, no me genera ni incertidumbre, ni desconfianza, ni nada"

"Tenemos que transmitir y convencer de que no hay una final y otra final. Solo hay esta final, ese rival"

"Estamos muy satisfechos de lo que nos ha dado Villalibre, más que él con lo que le hemos dado"

"El título de la Supercopa no fue por el efecto Marcelino, excelentes futbolistas desarrollaron de forma común su máximo potencial"