El Signal Iduna Park es uno de esos estadios que merecen ser visitados al menos una vez en la vida de todo aquel apasionado al fútbol. El muro amarillo del fondo sur del estadio impresiona con solo verlo de un rápido vistazo. Ya es llamativo cuando está vacío, qué decir cuando 25.000 almas lo llenan desde más de una hora antes de que empiece el partido y un buen puñado de banderas ondean dándole mucho colorido.
Eso sí, la intensidad con la que animan nada tiene que ver con la de otros campos. Aprietan, sí, pero nada del otro mundo. No al menos si se compara con lo que la afición del Athletic vivió el curso pasado en la visita al Besiktas, por ejemplo. Aquello sí que fue un infierno.
De hecho, durante muchos minutos de la primera parte se podría decir que las 3.800 personas que se desplazaron hasta Dortmund para seguir las andanzas del Athletic se hicieron por momentos más que los 77.000 locales. Una tendencia que varió con el primer tanto de los locales, que no sentó nada bien en la afición visitante, que recobró el ánimo con el tanto de Gorka Guruzeta. Un gol que volvió a meter en el partido al equipo bilbaino.
Qué mejor manera que acallar el muro amarillo con una marea rojiblanca. Quedó la pena del resultado, pese a que la segunda mitad fue otra bien distinta. Y para siempre quedará la imagen de tres exlones como Susaeta, De Marcos y San José acompañando en la grada sus excompañeros.
Concurrida kalejira
Claro que la previa no desmereció al tremendo ambiente que se vivió dentro del Signal Iduna Park. Y en ello contribuyeron los casi 4.000 aficionados del Athletic que arroparon, a pesar de las adversidades, de las numerosas bajas del equipo, y de la pésima racha del mes de septiembre, al equipo en su primer desplazamiento europeo de la temporada. Dortmund se tiñó durante un buen puñado de horas, desde bien pronto por la mañana, de rojo y blanco.
El punto de encuentro para la hinchada zurigorri se quedó pequeño, lo que obligó a que muchos de ellos se distribuyeran por plazas y calles colindantes. Como no podía ser de otra manera, no faltó cerveza, en toneladas, para amenizar la espera hasta la llegada del partido.
La marcha al campo, como ha ocurrido en las últimas salidas europeas del Athletic, estuvo orquestada por Iñigo Cabacas Herri Harmaila (ICHH). El colectivo fue el encargado de organizar una concurridísima kalejira, a la que se unieron más de 3.500 aficionados rojiblancos. Las pocas decenas restantes llegaron al Westfalenstadion por su cuenta, en metro o a pie, pero seguro que a mejor ritmo que la que llevaron de la alegre kalejira, que se prolongó durante una hora y media larga, cuando el trayecto normal no debe alargarse más de 40 minutos.
Entre canciones de ánimo al Athletic, reivindicaciones varias, entre ellas la de la causa palestina y el rechazo al genocidio que en Gaza lleva muchos meses cometiendo Israel o algún cántico irónico hacia la figura de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, después de su salida de tono en la televisión en alusión a unas palabras del lehendakari Imanol Pradales que decidió sacar de contexto.
Apuntar que durante la kalejira de los seguidores rojiblancos al estadio, una marcha que se desarrolló sin ningún tipo de incidencia, la policía germana, que escoltó en todo momento a los aficionados, recordó durante un momento de la misma que estaba prohibido exhibir banderas de Palestina en el interior del Signal Iduna Park por normativa de la UEFA, aunque hubo quien se saltó dicha prohibición y no dudó en mostrar su solidaridad con el pueblo palestino.