Las Fiestas del Carmen han zambullido a Amorebieta en un mar de festejos que, en el ecuador de la semana grande, desembocó en la visita del Athletic a Urritxe. El centenario de la Sociedad Deportiva de la localidad zornotzarra sirvió de excusa para la celebración del primer amistoso de la pretemporada rojiblanca. Así que allí, todavía con el olor a marmitako del concurso gastronómico del día, se plantaron 25 leones para medirse a la Ponferradina de Primera RFEF. La lógica indicaba que debía ser el mismo Amorebieta quien protagonizara su cien cumpleaños, pero como explicó su presidente Jon Larrea en días previos a la cita, “por diferentes circunstancias” este deseo no se pudo cumplir. Ni aún soplando las velas. Sin embargo, aunque el equipo del pueblo no saltó al césped, su afición, unas mil personas, sí saltó en las gradas. Así, entre las camisetas rojiblancas se colaron muchas del club zornotzarra, dejando claro que el azul nunca se borra de Urritxe.
Porque había ganas de celebrar el centenario de la SD Amorebieta; pero también había muchas de volver a disfrutar de un partido del Athletic. 55 días pasaron desde que el conjunto rojiblanco echara la persiana a la campaña 2024-25 y el de Urritxe es el único amistoso que los leones disputarán esta pretemporada en Bizkaia. Así que alicientes no faltaban. Por ello, las gradas, los muros y las vallas que circundan el campo se coparon de hambrientos de fútbol. Cierto es que los chavales, porque la mayoría eran chavales, se quedaron con las ganas de ver a un Nico Williams que, tras su no al Barça, es aún más si cabe el ídolo de la hinchada más joven. Pero ante su ausencia, su hermano Iñaki, Oihan Sancet y Alex Berenguer fueron los más requeridos por la afición. Con todo, el que más aplausos se llevó de los presentes fue el de siempre, un José Ángel Iribar que se colocó junto a José Mari Gisasola, toda una leyenda de la SDA, para realizar el saque de honor.
Así, Urritxe supuso el primer envite de un ilusionante curso en el que la Champions ha multiplicado como panes la fe de la afición rojiblanca. Y eso se notó incluso horas antes del pitido inicial ante la Ponferradina, cuando los más tempraneros se arremolinaban sobre la puerta del campo zornotzarra para tener la mejor panorámica de la llegada de los jugadores. Tampoco faltaron los pillos que buscaron un autógrafo o una foto al finalizar el encuentro. Y algunos la consiguieron, así, a lo bajini. En definitiva, fue una tarde de fiesta que demostró que, a pesar del reciente descenso a Segunda RFEF, la gente de la SD Amorebieta está más viva que nunca. A por otros 100 años.