El segundo capítulo de la aventura europea se anuncia como un trámite sin parecido alguno al anterior. Del natural recelo que provocaba debutar en el campo de la Roma, un conjunto de renombre que reúne una larga lista de internaciones en su seno, el Athletic pasa a recibir en San Mamés a un equipo de nivel discreto. Dos factores que, al menos en teoría, le otorgan el favor del pronóstico. La cita se presenta como ideal para ir haciéndose un sitio en la parte alta de la clasificación. Ya desde el sorteo se valoró que, casualmente, los rivales asequibles que le habían correspondido desfilarían uno a uno por Bilbao. El AZ Alkmaar abre esta serie de partidos que debe servir para el afianzamiento en una posición que mantenga vivas las opciones de seguir adelante en la Europa League.

Además, el regreso del torneo a La Catedral después de seis largos años de abstinencia augura un ambiente acorde a la ocasión, el mismo que solía generarse en aquellos jueves tan añorados. En definitiva, las circunstancias invitan a pensar que los hombres de Ernesto Valverde añadirán tres puntos al amarrado en la capital italiana. Incluso cabe esperar que lo hagan con cierta holgura. Una actuación a la altura de lo que viene ofreciendo el Athletic se antoja bagaje suficiente para asegurar el triunfo.

Esta predicción desprovista de cualquier exceso de optimismo, se fundamentaría en el potencial del equipo que dirige Maarten Martens, un ex jugador belga que militó en el AZ Alkmaar durante la mayor parte de su carrera. Ninguno de los futbolistas a sus órdenes resulta conocido para el aficionado medio, salvo Ruben Van Bommel, que sonará no por sus méritos, sino por el apellido. Es hijo de Mark, internacional holandés que perteneció a PSV, Barcelona, Bayern Munich o Milan.

Ruben, delantero, no férreo mediocampista como fuera su padre, es uno de los muchos chavales que figuran en una plantilla con una media de edad que apenas supera los 23 años. La acusada juventud del AZ Alkmaar concede una primera pista sobre su potencial. Las estadísticas que en el curso vigente presenta son un tanto engañosas: resalta el dato de goles logrados, 17 en siete jornadas de la Eredivise, pero es que le metió nueve al modesto Heerenveen. La mayoría de sus marcadores son cortos y ajustados. Por ejemplo, sufrió mucho para superar en su propio estadio al Elfsborg sueco el pasado miércoles, 3-2 y de penalti.

Pero quizás una de las características más llamativas del AZ Alkmaar sea que Martens ha afrontado prácticamente todos sus partidos con la misma alineación. Solo se registran un par de cambios de inicio al cabo de ocho compromisos. Son fijos en la pizarra: Owusu-Oduro; Maikuma, Penetra, Goes, Wolfe; Koopmeiners, Clasie; Sadiq, Mijnans, Van Bommel; Parrott. Se supone que hoy repetirán, con Addai en el lugar del indispuesto Sadiq. El ariete irlandés Parrott, formado en las inferiores del Tottenham y firmado por cuatro millones hasta 2029 representa la gran esperanza del cuadro neerlandés.

Con Herrera y Sancet

La formación del Athletic volverá a acoger bastantes novedades, en sintonía con la política de rotaciones que ha presidido sus últimos encuentros, pero se podría apostar a que, respecto al grupo que empató con el Sevilla, de salida habrá cinco o seis variaciones. Valverde ofrecerá la convocatoria horas antes del encuentro y en ella regresarán Oihan Sancet y Ander Herrera.

Te puede interesar:

Podría ser el turno, como mínimo, de Vivian, lastimado en el Olímpico, Yuri, Galarreta y Guruzeta. Otros aspirantes son Djaló o Gorosabel. Sea como fuere, Valverde maneja alternativas de sobra para confeccionar un equipo rodado, reconocible. Está por ver si ante la posibilidad de que Julen Agirrezabala cumpla sanción el próximo fin de semana, estima conveniente recurrir a los servicios de Alex Padilla, a fin de que disponga de minutos de competición.

Salga quien salga esta noche, el Athletic será muy consciente de que afronta una gran oportunidad de asentarse en la Europa League. Cambiar la fisonomía del grupo resulta obligado por la densidad del calendario, que se verá interrumpido el domingo, tras acudir a Montilivi, feudo de un Girona que ayer se midió al Feyenoord en el marco de la Champions League.