Avanza la pretemporada y da la sensación de que no tanto la puesta a punto del Athletic. La liga está ya a la vuelta de la esquina, el día 12 toca recibir al Real Madrid, sin que el equipo haya ofrecido aún el nivel de solidez y soltura que reclama la competición. Todavía debe jugar un par de amistosos más y luego dispondrá de una semana limpia para completar el período de preparación, pero de momento las dudas se imponen a las certezas. Es como si en adelante la plantilla necesitase apretar el paso porque los síntomas que emite no alientan una expectativa optimista.

La imagen discreta y en ocasiones frágil ha prevalecido en el global de los cuatro ensayos celebrados ante Guadalajara, Necaxa, Racing de Santander y Celtic. Hablamos de compromisos de diversa exigencia por el nivel de los rivales y también por las fechas, pues conviene no olvidar que en general el Athletic ha gestionado estas citas con un rodaje inferior al de los rivales, algo que a la fuerza se ha de notar en el rendimiento.

Pero claramente el factor que más ha influido es la indisponibilidad de hombres que forman parte de la columna vertebral del equipo de Ernesto Valverde. Al menos durante la campaña anterior, que sería la única referencia fiable. Por ejemplo, ante el Celtic faltaron cinco de los que más participaron: Nico Williams, Yuri, Sancet, Yeray y Berenguer. Todos ellos figuraron entre los diez que acumularon un mayor número de minutos en liga y Copa. Sería milagroso que dicha circunstancia no se acusase, sobre todo si se considera que no ha habido refuerzos que la compensen y sí en cambio algunas bajas, como la de Iñigo Martínez, un valor seguro, o Zarraga, suplente con una treintena de apariciones.

Ruiz de Galarreta constituye la excepción en esta coyuntura, pues Imanol García de Albéniz solo ha podido intervenir en un ensayo. El lateral y el resto de las novedades procede del filial o es gente que estuvo cedida en conjuntos de inferior categoría. La tónica descrita aún fue más notoria coincidiendo con la gira por México, dado que se la perdieron De Marcos, Iñaki Williams, Dani García, Yuri, Villalibre, Yeray e Imanol, así como los internacionales sub’21 Agirrezabala, Paredes y Sancet. Los citados darían casi para diseñar una alineación de tanta o más entidad que las que Valverde empleó frente a los adversarios del país centroamericano.

Lo descrito hasta aquí es una sucesión de hechos objetivos que lógicamente han condicionado la pretemporada y explicarían que el Athletic parezca ir con retraso. De acuerdo que los problemas físicos derivados del curso anterior están en el origen de bastantes de las ausencias mencionadas, aunque haya habido asimismo otras razones, como la necesidad de modificar el calendario vacacional de los internacionales o de Villalibre.

Valverde se ha visto en la tesitura de recurrir a jugadores que no entran en sus planes o, en todo caso, ejercen de meritorios y albergan una pequeña esperanza de apropiarse de los escasos dorsales que completarían una nómina fija que roza la veintena de elementos. El grupo de 34 que estaba convocado el 6 de julio en Lezama ha ido adelgazando, entre retornos al Bilbao Athletic y salidas, si bien este listado de bajas irá en aumento. El excedente ha venido de perlas para encarar los amistosos, sin el mismo hubiese sido sencillamente imposible, pero la proximidad de la competición debe acelerar el proceso de ajuste.

Podría desde luego ponerse en cuarentena la planificación estival, pues desde la óptica deportiva, la prioritaria, no ha quedado claro que la gira haya merecido la pena. Ya está hecho y no tiene remedio, pero ahora, con motivo del encuentro con el Celtic, que debería haber servido para confirmar que el Athletic camina en la dirección adecuada, sucede justo lo contrario: afloran las incógnitas, los recelos, incluso los temores porque es evidente que el equipo está verde.

A lo mejor este tipo de valoraciones son precipitadas y nueve días son suficientes para que encaje todo aquello que en apariencia está cogido con alfileres. Las bajas de Yeray, Dani García, Yuri, Nico Williams, cuya duración se desconoce, o la dilatada convalecencia de Imanol, que precisaría de un puñado de partidos para recuperar sensaciones, asoman como temas pendientes de resolución. También merece una reflexión la corta preparación de Paredes o Sancet, que aterrizaron en Lezama hace pocos días.

En fin, argumentos que como mínimo invitan a la cautela, máxime si se repara en el calendario liguero, nada amable, sin punto de comparación con el del año precedente. La ventaja de Valverde en medio de este panorama sería que sabe perfectamente qué puede pedir a cada uno de sus futbolistas y que trabaja con una estructura asentada. En el otro plato de la balanza se han de poner las limitaciones que determinaron el signo de la última campaña. ¿Es viable subsanarlas con el grupo actual, tal cual es?