Cayó el Athletic en Celtic Park, un desenlace previsible que no impidió observar la paulatina evolución del equipo a semana y media del arranque de la liga. Hubo un tiempo para cada contendiente y de entrada la versión más convincente correspondió a los de Ernesto Valverde, que no se salieron a verlas venir, generando juego y oportunidades, lo cual les permitió retirarse con ventaja al intermedio. Luego, el asunto adquirió otro cariz, se notó el cansancio y también el deseo de agradar a la afición del conjunto escocés, que quiso sumarse así al homenaje a su capitán James Forrest.

Por señalar un aspecto negativo, debería mentarse la fragilidad defensiva que asomó en diversas fases. Menos mal que Simón respondió con tres o cuatro aportaciones de mérito que retrasaron el triunfo local. No es menos cierto que asimismo el Athletic elaboró con notable acierto y perfectamente pudo engordar su casillero en el primer acto. Ofreció un fútbol interesante a lo largo de una prolongada fase, con apoyos constantes y velocidad, para acabar cediendo ante la puesta a punto de la tropa que dirige Brendan Rodgers, que aprovechó para exhibir el fondo de armario que el club ha puesto a su servicio.

Siempre conviene relativizar el valor de los amistosos del verano. Se parte de que se trata de pruebas donde los técnicos comprueban la utilidad de los entrenamientos, el momento físico de los jugadores, sus posibilidades de cara al futuro, experimentan para despejar posibles dudas. Con frecuencia ni el nivel de los equipos es coincidente ni lo son sus estados de forma, que suelen depender sobre todo de la proximidad del inicio de la competición, lo cual rebaja el peso de las conclusiones. Puede decirse que Celtic, con amplia aportación de internacionales nipones, y Athletic sí comparten escalón en términos de calidad futbolística, aunque no cabe obviar que la cita de ayer poseía un objetivo distinto para cada bando.

Mientras que para el anfitrión suponía su ensayo general, pues su calendario oficial arranca ya mismo, este sábado, desde la perspectiva del Athletic no era sino un paso más en el proceso de afinación, eso sí mediatizado por la ausencia de una serie de hombres que aspiran a la titularidad. El escenario, un estadio formidable con una grada muy caliente, aportaba un aliciente extra e invitaba a esperar un buen espectáculo, pero cabía temer que acaso la cita resultase demasiado exigente para los rojiblancos.

No lo pareció de entrada. La caraja del Celtic dio alas a un Athletic que pudo hacer un auténtico destrozo. Unai Gómez, que actuó de enlace, quedando escorados Iñaki Williams y Muniain, se benefició de un error grueso para estrenarse con un disparo que entró ajustado al palo izquierdo. Seguido, Paredes y Williams pudieron ampliar la cuenta. El despertar del Celtic no tardó en producirse y Simón evitó el empate de Kyogo. Sin embargo, pese a la velocidad que los de Brendan Rodgers imprimían a sus transiciones, en general poco precisas, no se amilanó el Athletic que acapararía todo el peligro durante un buen rato. Un carrusel de remates del que participaron Williams, Vivian, Villalibre y el autor del 0-1.

Unai Gómez celebra su primer gol con la camiseta del primer equipo. Athletic Club

La presión coral y un evidente afán por proyectarse en ataque por la vía rápida distinguieron la propuesta de un Athletic dinámico, que mantuvo a raya al Celtic, salvo en un par de ocasiones. Pasada la media hora, una pérdida de Muniain dio origen al empate, a cargo de Reo Hatate, de factura muy similar al tanto de Unai. Sin tiempo para lamerse la herida, Muniain se redimió al ganar un duelo a su par y colocar la pelota lejos del alcance de Siegrist. El primer período lo cerró Simón frenando el intento del bullicioso Maeda.

Remontada en la segunda mitad

Valverde solo hizo dos cambios en el descanso: Raúl García por Villalibre y Prados por Unai Gómez. Este retoque hizo que Galarreta adelantase su posición. El Celtic sacó un once nuevo y mostró un brío superior. De hecho, tuvo el Athletic más dificultades para salir jugando y llegar arriba con claridad. El juego se trabó en ambos sentidos, aunque se apreció cierta soltura en los escoceses que pronto pusieron a prueba a Simón, en disparo mal intencionado de Abada. Poco después del ingreso de Nolaskoain y Herrera, el Celtic firmaba su acción más sobresaliente a un toque en el área y establecía la igualada.

La remontada se materializó sin demora, de nuevo con la zaga desbordada y Turnbull marcando a placer. Definitivamente, el desigual ritmo de unos y otros afloró en medio del aguacero para alegría de la concurrencia, que veía sufrir al Athletic, incapaz de enfriar el ardor del Celtic, dispuesto para entonces a certificar la victoria. Pudo conseguirlo en un par de lances, pero la cosa no fue a más porque los rojiblancos lograron equipararse en intensidad a raíz del último turno de sustituciones de Valverde, que metió de golpe a cinco hombres. Con una formación plagada de meritorios el duelo acabó en el área escocesa, pero sin que se contabilizasen situaciones nítidas, salvo un tiro flojo de Herrera, fácil para el portero. En cualquier caso, el Athletic eludió agobios en el tramo final.