Los 160 minutos consecutivos que el Athletic recorrió el viernes, en su doble enfrentamiento en tierras murcianas frente al Sevilla, dieron mucho de sí para Gaizka Garitano, que aprovecha el reposo del fin de semana para analizar la letra pequeña de los dos duelos ante el vigente campeón de la Europa League, que prepara ya la Supercopa que disputará el jueves en Budapest frente a un Bayern de Munich que el viernes aplastó al Schalke por 8-0 en el estreno de la Bundesliga y sin la comparecencia de un Javi Martínez por el que suspira la entidad bilbaina. El derioztarra sacó sus conclusiones a nivel interno a pocos días de retomar la liga con el derbi del próximo fin de semana en Ipurua frente al Eibar y pocas fechas después del fiasco que propició el debut liguero en Los Cármenes. La transición ha sido rápida y al colectivo rojiblanco le ha venido bien el aplazamiento de su compromiso de liga ante el Barcelona para cargar pilas y solucionar en la mayor medida posible los déficits que los leones proyectaron en Granada. La falta de pegada es uno de ellos y es también una de las obsesiones del técnico, que en San Pedro del Pinatar comprobó cómo un chico de la casa se ofreció como un probable remedio a eses males.

Asier Villalibre (Gernika, 30 de septiembre de 1997) emergió en el doblete del viernes como uno de los grandes protagonistas en clave Athletic. El Búfalo ejerció de titular en el segundo de los dos choques y lo hizo como delantero centro al uso. Villalibre tiene hambre y necesita saciarla. Lo hizo frente al Sevilla, cuando husmeó una asistencia de Iñigo Vicente para elevarse entre los centrales rivales y rentabilizar sus 184 centímetros de altura para marcar los tiempos y batir de un majestuoso remate de cabeza a Vaclik. Vicente y el gernikarra formaron una sociedad letal dos cursos atrás en el Bilbao Athletic y en Murcia recordaron viejos tiempos, una sintonía de la que habría tomado nota Garitano, que frente al equipo sevillista aplicó tres planes diferentes en la punta, con Kenan Kodro, Iñaki Williams y el propio Villalibre como protagonistas, y con el matiz llamativo que no probó con Raúl García, el futbolista más adelantado en el debut liguero ante el Granada.

la virtud de la paciencia

El delantero vizcaino, que el próximo día 30 cumple 23 años de edad, cree que ha llegado su momento. Es un cuestiónmental. Los duros instantes que ha pasado recién salido de la adolescencia futbolística le han curtido. Se conoce sus decepcionantes cesiones en el Valladolid, Numancia y Lorca, cuando quizá llegaron demasiado precipitadas. Villalibre no tuvo los minutos deseados en los tres destinos, pero ha reconocido que aprendió mucho de los arietes con los que compartió vestuario lejos de Lezama, entre ellos Jaime Mata, pichichi del Getafe y que le cerró las puertas en Pucela. El gernikarra, con 31 partidos oficiales como león a sus espaldas y una tarjeta de cinco goles, ha tenido paciencia. Descendió hace dos ejercicios al Bilbao Athletic para recuperarse y firmó una gran campaña con 23 goles como credencial. La actual dirección deportiva no lo dudó y renovó su contrato hasta 2023 como una apuesta de presente y futuro. El curso pasado desestimó algunas ofertas para salir cedido y decidió quedarse en Lezama, a sabiendas de que apenas entraba en los planes de Garitano, como así fue. Este verano Villalibre, ya sin Aritz Aduriz en activo y del que dice ha aprendido un montón, está dispuesto a presumir de un rol importante en la primera plantilla. Asume que le toca convencer a Garitano y la mejor forma de hacerlo es a base de trabajo y goles. De lo primero lo lleva en los genes y lo segundo quizá también. El de Gernika pide un sitio y el derbi en Ipurua puede decir muchas cosas al respecto.