L Athletic visitaba ayer un feudo terrorífico. Su última victoria en el Camp Nou databa de 2001. El Barcelona se presentaba siendo el mejor equipo como local de la temporada. Solo había cedido puntos en un empate. Por si no fuera demasiado complicado el desplazamiento, había que sumar el factor Messi: el argentino nunca había perdido en liga contra el conjunto bilbaino. Un Messi que es prolífico contra el equipo rojiblanco, con 24 goles en el total de los 36 partidos en los que se había enfrentado anteriormente y que en los últimos 11 había marcado y/o asistido para el gol. Para más inri, un Messi estimulado, que perseguía su gol numero 700 y que, ademas, hoy celebra su 33 cumpleaños. Casi nada para el negocio del Athletic.

Yuri Berchiche, el que a golpe de vista del esquema táctico debería de haber marcado a Messi, fue baja por acumulación de tarjetas. En su lugar jugó Balenziaga. Por otra parte, Gaizka Garitano consideró que ayer era una jornada propicia para las rotaciones. Por uno y otro motivo, del once inicial se cayeron media docena de jugadores habitualmente titulares. El encargo de detener a Messi recaía en manos de futbolistas con menor participación.

A nivel táctico, Garitano no planificó un marcaje individual sobre el argentino, como Valverde propuso con el propio Balenziaga en la final de Copa de 2015, sino uno colectivo, con la generosidad y el compañerismo por bandera. La empresa consistía en reducir los espacios para impedir el recreo de Messi, que ya se sabe que es la factoría de juego del Barcelona. El Athletic trató especialmente de cerrar las vías interiores, allí por donde suele aparecer el genio de Rosario para hacer diabluras y encontrar huecos donde nadie los halla. Para ello, Garitano escogió una línea defensiva de cuatro jugadores, en lugar de cinco, pero con tres centrocampistas que se mostraron entregados a la causa, como fueron Vesga, Unai López y Sancet.

La solidaridad en el esfuerzo de los representantes del Athletic enjauló a Messi, que se vio en varias ocasiones rodeado por tres y hasta cuatro camisetas rojiblancas, especialmente las de Balenziaga, Vesga, Yeray y Córdoba, geniales en las coberturas. Con espíritu de colectivo, la tropa de Garitano consiguió expulsar a Messi de la zona de peligro. El argentino se vio obligado a retrasar su posición para tratar de distribuir balones, para dar imaginación al juego blaugrana, maniatado por la entrega visitante. La escasa movilidad del ataque culé y la multitud de ayudas bilbainas permitieron al Athletic secar de productividad las ofensas catalanas. Messi participaba pero sin generar peligro. El tesón validaba el plan del técnico derioztarra, que hacía buena su apuesta por la frescura merced a las rotaciones.

El Athletic concedió las bandas, y el Barça, empeñado en perforar por las zonas interiores, facilitó la labor defensiva bilbaina, caracterizada por estar muy junta. Además de entregar las bandas, Garitano exigió una línea defensiva que encontraba la frontera en la cal del área grande. Los defensores trataron de no pisar su área y así eliminaron los espacios de la zona de los tres cuartos, donde generalmente Messi marca las diferencias. El argentino se desesperó. Los rostros del Barça proyectaban impotencia.

Pero Messi es Messi. En una jugada con varios rebotes, el balón cayó en sus botas, y con un recorte asistió a Rakitic para que en el minuto 71 anotara el único gol del partido. Solo así, con una jugada a trompicones, se desarboló la zaga bilbaina. Si bien, el escapista Messi tuvo que aguardar previamente a una comprobación del VAR por una acción en la que dio un pisotón a Yeray. Se investigó porque era susceptible de poder ser tarjeta roja. Messi salió indemne y posteriormente desequilibró la balanza. Logró salir un instante de la jaula bilbaina para sostener la pujanza por el título de liga y mantener así su dinámica contra el Athletic, el cual trabajó de forma encomiable y nubló al argentino, pero que ante un genio semejante no es suficiente.

Con el 0-0 en el marcador, el entramado defensivo del Athletic solo se vio superado con gol después de una jugada con varios rebotes

El trabajo de contención de la tropa de Garitano mantuvo a Messi improductivo hasta que en el 71 le cayó un balón con el que asistió para el 1-0