Después de pasar el día en el Txikigune y habiendo dado una vuelta por las txosnas, donde bailamos al ritmo de la música, la última parada de nuestras jornadas durante Aste Nagusia son los fuegos. Martina no había visto fuegos artificiales hasta esta semana, y ha sido una verdadera experiencia para ella. Y también para nosotros, que nos ha obligado a modificar la rutina tan marcada que teníamos desde hace años.

Antes de que llegase la peque a nuestras vidas, comprábamos un bocata en las txosnas y acudíamos a la rotonda del Ayuntamiento de Bilbao a ver el espectáculo pirotécnico, mientras nos lo comíamos. El primero de los días que llevamos a Martina nos organizamos de la misma manera de siempre, pensando que podríamos comer un bocata placenteramente sentados mientras veíamos los fuegos. Ilusos.

Nada más llegar al Ayuntamiento y sentarnos Martina dejó bien claro que ella en la silla no se iba a estar tranquila ni, por supuesto, quieta. Así que la pusimos junto a nosotros sentada, pero claro, había mucho espacio desconocido en el que podía gatear, así que de quedarse sentada nada. Mientras tratábamos de mantenerla quieta ¡pum! el primer aviso de que los fuegos iban a empezar. Martina miraba a todos lados, ¿de dónde había venido ese estallido? Minutos después comenzó el espectáculo pirotécnico. Al principio estuvo atenta, el sonido y las luces le llamaban mucho la atención, pero al poco tiempo se cansó de estar allí quieta. Y claro, levantarte en un lugar donde todo el mundo está sentado con una niña que no para de gritar, no es una situación nada agradable, pero claro, no quedó otra. Por tanto, la primera de las experiencias fue desastrosa, ni ella disfrutó, ni nosotros lo hicimos.

CAMBIO DE UBICACIÓN

Sin embargo, tras hablar con otros aitas con experiencia, nos recomendaron cambiar de localización la próxima vez, donde los fuegos se veían “mucho mejor”, el ruido era menor y el espacio para movernos en caso de que Martina se cansase, mucho más amplio. Por ello, decidimos probar a verlos en la margen izquierda de la ría, a la altura del puente Zubizuri. Nada más acercarnos, comprobamos, después de veintiséis Aste Nagusia, que este era uno de los sitios por excelencia para ver los fuegos. Allí, todo fue diferente. Siendo realistas, Martina tampoco prestó demasiada atención a los fuegos, pero pudimos hablarla si se ponía nerviosa porque nos escuchábamos entre nosotros, y al estar todos de pie, en brazos estuvo más calmada. Un gran acierto.

Después de esta experiencia, tras informarnos sobre los mejores lugares para ver los fuegos, descubrimos que el Ayuntamiento de Bilbao recomienda la orilla izquierda del cauce, desde la calle Navarra hasta el paseo de Uribitarte, como la zona con mejor visibilidad. Y que, además, desaconseja la zona del Ayuntamiento para verlos. Y es que cuando no tienes bebés a tu cargo, vas por inercia, por tradición, sin pensar si es lo mejor.

Tras los fuegos, de vuelta a casa, Martina pudo descansar en la sillita y llegó dormida a casa. De esta manera, viendo el espectáculo pirotécnico desde la nueva ubicación, la experiencia fue totalmente positiva tanto para pequeños como para adultos. Así que, sin lugar a dudas, con la peque habrá que darle una vuelta a la tradición de ver los fuegos y comer el bocata en el Ayuntamiento, para pasar a verlos al lado de las Torres Isozaki dejando el bocata para después, ya que con ella en brazos, es misión imposible.

De los fuegos

Lo + Última parada. Tras una intensa jornada de juegos y bailes, ver los fuegos supone un momento de calma en el que los más pequeños pueden relajarse siempre que no suenen muy cerca.

Lo – Ubicación. Para poder disfrutar del espectáculo pirotécnico es necesario elegir una buena ubicación ya que en caso de equivocarse, los más txikis no disfrutan de las luces y los colores.