TAJONAR - Tienen una extraña forma de pescar. A los peces les dejan en paz y persiguen sin piedad a las redes de pescar, su presa favorita. Las capturan, limpian, trituran y convierten en fundas para móviles o filamento de impresoras 3-D. 100% mierda marina mediterránea transformada en un producto útil que no hace daño ni mata. Es la razón de ser de Gravity Wave, una empresa que acaba de nacer y tiene como ideólogos a dos hermanos y socios de Tajonar. De mayor a menor, Amaia y Julen Rodríguez.

La historia de esta empresa comienza cuando termina otra, impulsada en el grado de la Universidad de Mondragón Liderazgo Emprendedor e Innovación (LEINN). "Es bastante radical y muy práctico. Nos juntaron a 10 personas de todo el mundo en Shanghái, y en cuanto empiezas tienes que montar tu empresa y tirar para adelante", relata Julen, de 22 años. Ahí surgió una firma de accesorios para telefonía móvil, artilugios que habían visto en China y todavía no existían aquí. Pero en octubre del año pasado, aunque las ventas funcionaban, cerraron. "Fue un momento de reflexión, de decir, '¿qué estamos haciendo?'. Todos nuestros productos eran de plástico e importados de China, y decidimos que no queríamos seguir haciendo eso. Era un producto más y estábamos contribuyendo a la crisis medioambiental. No éramos conscientes", confiesa Julen.

Entre tanto Amaia (27 años), licenciada en ADE Internacional y con experiencia en el mundo laboral, había vivido dos años en China. "Viajé por el sudeste asiático y vi el problema del plástico. Fue un choque impresionante, pensaba encontrar playas de arena blanca y agua cristalina... y ahí estaban. Pero encima había plástico". Amaia regresó en 2016 "concienciada de que tenía que cambiar mis hábitos de consumo y transmitir ese mensaje a familiares y amigos".

Ya en octubre de 2019, exactamente el mismo día en el que Julen y sus compañeros de carrera decidieron cerrar su empresa, "llámale destino o casualidad", conoció en un bar de Madrid a Lefteris, griego de la Red de Emprendedores Ashoka. "Su padre era pescador, veía las problemáticas del sector. Y hace tres años montó una escuela de pesca sostenible en Atenas. Se dedica a enseñar a los pescadores a pescar menos peces y más plástico". A cambio, cobran por cada kilo de plástico extraído, "una forma de amortizar el pescar menos y de recuperar el ecosistema marino. Además el Mediterráneo es uno de los mares más contaminados", explica.

Julen vio ahí una oportunidad y su hermana insistió en esa dirección, aunque para entonces "ya le había comido mucho la cabeza" con el cuidado del medio ambiente, dice Amaia. "Más vale", dice Julen. Los dos se lanzaron con Gravity Wave. La empresa griega, socia del proyecto, es el primer eslabón. "Ese material, principalmente redes de pesca, se envía a una planta de reciclaje de Alicante que colabora con nosotros". El plástico limpio, triturado y sin salir de Alicante, llega a la siguiente fase, "una pequeña fábrica de nuestros socios Tecnikoa, expertos en impresión 3D, y ahí transformamos el material en filamento de impresión y fundas para móviles", explican.

Las redes son perfectas reconvertidas es fundas: "Es el material más resistente que existe en deshecho marino, con mucha absorción de impacto", concretan. Las fundas están disponibles en la plataforma de crowdfunding Kickstarter para 11 modelos de móvil, y en marzo entregarán las primeras a sus compradores. De momento, 90 personas. "Poquito a poco. Empezamos en noviembre y estamos en plena difusión del mensaje", apunta Julen.

LAS REDES FANTASMA Estos jóvenes cuentan que cuando las redes de pesca pierden entre un 40 y un 50% de su capacidad de producción, muchos pescadores, directamente, las tiran al mar. Pero esas redes, conocidas como redes fantasma, nunca dejan de pescar "y pueden estar hasta 600 años sin degradarse. Es un problema enorme porque está bajando muchísimo la cantidad de peces en el Mediterráneo. Hemos hecho estudios con nuestros socios de Grecia que apuntan a una reducción del 30% en la zona en la que actuamos. Una barbaridad", dice Julen.

Cada funda de Gravity Wave supone previamente la extracción de tres kilogramos de plástico del fondo del mar Mediterráneo. "Se promueve la pesca sostenible y responsable y se fomenta el reciclaje de plástico, la producción local y la creación de puestos de trabajo y desarrollo de proyectos sociales", añaden ambos, conscientes sin embargo de que "nosotros solos no hacemos nada. Ahora mismo estamos sacando entre 50-80 toneladas de plástico al año del mar. Es un montón, pero se vierten 8 millones de toneladas al año".

Con su granito de arena quieren "lanzar un mensaje de esperanza. Solo se escucha lo mal que estamos, la gravedad de la crisis climática... pero también hay personas concienciadas con muchas ganas y empresas comprometidas que buscan soluciones. Nosotros sin nuestro equipo no podríamos. Y si muchos lo hacemos, todo es posible", finaliza una Amaia optimista.