los bombardeos de AmorebietaSociedad de Ciencias Aranzadi

Analizando fotografías y un vídeo existente sobre la masacre sufrida, Amorebieta fue una mezcla terrorífica de lo resistido en Durango con bombas explosivas en marzo de aquel año y con incendiarias en Gernika en abril. El término municipal que nos ocupa sufrió el lanzamiento de los dos tipos de explosivos y, además, también de las de artillería de los frentes circundantes. El investigador Alberto Sampedro Ixile, de Euskal Prospekzio Taldea, sí aporta información: “Amorebieta era, sin duda, objetivo militar, un cruce de caminos importante. La aviación se cebó”, coopera este zornotzarra.

Las acciones de bombardeo llevadas a cabo por la Legión Cóndor alemana y en ocasiones escoltada por la Aviación Legionaria italiana fueron numerosas, según se puede constatar en los partes de la Jefatura del Aire de Salamanca que archiva Euskal Prospekzio Taldea. Algunas fechas de ataques aéreos se dieron el 9, 10, 11, 16 y 17 de mayo de 1937.

Además de los trágicos asesinatos, el municipio perdió entre las llamas y las explosiones parte de su reconocido patrimonio histórico con edificios que a día de hoy aportarían a la localidad más historia heredada e identidad de la que ya tiene. El alcalde zornotzarra, Andoni Agirrebeitia (PNV), ha conocido en su propia familia la tragedia vivida y hoy como representante máximo del pueblo anexionado con Etxano aporta a DEIA que “aquellos bombardeos supusieron dolor, mucho dolor. Muchos y muchas perdieron sus vidas, sufrieron evacuaciones forzadas, cárcel y represión. Un episodio muy duro en la vida de muchos y muchas zornotzarras. Muchos no lo pudieron superar, incluso quienes lo superaron durante muchos años no quisieron hablar de aquellos terribles episodios”.

Su cara lamenta interpretar la portada de la revista falangista Fotos que conserva el fotógrafo arratiano Mauro Saravia, de Euskal Prospekzio Taldea, y en la que se lee como titular: “Entre las llamas de Amorebieta ondea la bandera de España”. La versión oficial de los franquistas denunció que la habían quemado los calificados como rojo-separatistas, misma mentira demostrada que en Elorrio, Durango o Gernika. El diario abertzale en euskera Eguna llevaba a portada el día 19 de mayo la imposible resistencia del David republicano contra el Goliat fascista. Informaba de que el enemigo golpeó con dureza a Zornotza, escrito con esta misma grafía. El subtítulo de la portada era esclarecedor: “Los fascistas tuvieron que esforzarse mucho” para llevar a cabo su objetivo de ocupación, por lo que dejaron “las esquinas de Zornotza tapadas por el color rojo de sangre de los cuerpos”.

Eguna no publica imágenes al respecto -de hecho, según transcurría la guerra cada vez lo fue haciendo en menos ocasiones-, pero sí la publicación fascista Fotos. Su corresponsal de guerra, el antidemócratico Pablo Sigüenza, concluyó su deleznable crónica con la siguiente afirmación: “Amorebieta, uno más en la suma volcánica de nuestro siglo”.

Este (des)informador aseguraba que llegó a Amorebieta cuando “aún está sin ocupar” y comunica que él fue acompañado por el jefe de la Delegación de Información de Residentes, “el señor Lojendio”. “Con él puedo entrar tras las vanguardias puesto que así lo vienen haciendo en cuantos pueblos toman las huestes nacionales”. Esa misma mañana, escribía, “únicamente dos combatientes de España entraron y, tras poner la bandera en lo más alto de la torre, evacuaron a cuantos vecinos había en el pueblo”.

Sigüenza aseveraba que llovía a mansalva, como nunca, y que saltando los charcos llegaron a las primeras avanzadillas mientras los vecinos del pueblo se les acercaban a pedirles “pan, quienes bajo el terror de las pistolas comunistas vivieron diez meses de martirio”. Y continúa con su farsa: “Todos nos dicen lo mismo. Que han incendiado, que traen hambre, que les han matado a sus familiares, que les han robado y tantos pasajes de la tragedia, pero nosotros seguimos con prisa para ver cómo arde la ciudad”. Ante este enunciado, el investigador zornotzarra Alberto Sampedro lanza una pregunta: “Si llovía tanto, ¿cómo es que se propagó tanto el supuesto incendio rojillo?”, sonríe con sorna.

Y ahí es cuando el cronista franquista retorna a la figura literaria de la alegoría de los volcanes antes citada. “Solo un Etna rompe el turbio color que se impone a la luminosidad del volcán, pero este crece (...) ¡Qué altas suben las llamas! ¡Los ruidos de las derrucciones (sic) parecen que caen sobre un abismo indefinible!”, exclamaba.

Tras acudir a una calle del municipio a la que no había alcanzado el fuego, se preparan para regresar a Durango. “Hasta aquí no ha llegado la diabólica acción de los sin Dios, sin ley y sin entrañas”. Y continuaba asegurando que a Durango acudían quienes “han tenido la suerte de que los rojos les evacuaran por obligación a Rusia y a Francia”.

El cronista muestra sin sonrojo el supuesto testimonio de una zornotzarra que va a Durango a mendigar, según él. “Dice que los rojos solo incendiaron las casas de los de derechas, pero que luego el fuego se propagó sin que nadie se acercarse y casas dinamitadas”. Un político zornotzarra detalla a este diario que un gudari de Amorebieta acabó siempre creyendo esta versión. “Habiendo sido gudari contaba que habían sido los republicanos. ¡Hasta a él consiguieron inculcarle la mentira!”, lamenta.

84 años después es el momento de clarificar, de que para el 85 aniversario de tan triste efemérides conozcamos con más detalle la barbarie de los militares españoles junto a sus leales autocalificados de nacionales, las potencias nazi alemana y fascista italiana. Es hora de aportar.

Amorebieta era un objetivo militar, un cruce de caminos importante, y sufrió ataques con bombas explosivas e incendiarias

El bando golpista trató de tapar lo sucedido asegurando que la masacre la había ocasionado el Ejército republicano