UN ratito caminando... y otro poquito en tranvía. Las dos formas son fantásticas para disfrutar de una ciudad como Bilbao. El gerente de la asociación de comerciantes del Casco Viejo, Jon Aldeiturriaga, confiesa ser un peatón que por obligación y devoción utiliza con frecuencia el transporte público para llegar a todos los sitios. No tiene carné de conducir “ni falta que me hace”, dice, y aunque su mujer, Arantza sí, para Aldeiturriaga moverse por la capital vizcaina en transporte público es todo un lujo y una ventaja de la que se aprovecha con frecuencia. “No solo no es cómodo, encima es económico con la Barik”, apunta.
Aceptó la invitación de DEIA y aprovechamos una tarde de martes para entre las paradas que separan el Arriaga de La Casilla compartir impresiones sobre el transporte público de la villa y sus recuerdos de juventud. Parece que fue ayer cuando Jon se montaba en el trolebús -vehículo alimentado por una catenaria de dos cables de donde tomaba la energía- para moverse por la ciudad. “Eran otros tiempos y había otras necesidades. Siempre ha habido gente que ha renegado de los cambios, pero creo que podemos presumir de contar con una red de transporte -metro, tranvía y autobús- de gran calidad, no solo en Bilbao sino en toda Bizkaia”, destacó Aldeiturriaga. Aunque ha llovido mucho, Jon recuerda como si fuera ayer al trolebús número 8, aquel que llegaba desde el puente San Antón y daba la vuelta para regresar al hospital de Basurto. “No quiero parecer el abuelo cebolleta pero me viene a la memoria los microbuses donde se fumaba y no había Dios que pudiese parar”.
Jon es de los que monta casi a diario en el tranvía. Le relaja y le sirve para llegar a esos lugares a los que, según explica, te quedan a un paso. “Cuando tengo que ir a alguna consulta al hospital de Basurto cojo el tranvía, o cuando voy a San Mamés, o a ver algún espectáculo al Palacio Euskalduna. Con el tranvía puedes disfrutar de la ciudad a pie de calle, viendo el paisaje”, cuenta. Sin embargo, su máxima es que cuando quiere llegar a tiempo a un sitio lo hace caminando. “Bilbao es una ciudad perfecta para ello”, lanza.
Todavía recuerda cuando se empezó a oír que había una proyecto de tranvía en Bilbao. “La gente decía que era una bilbainada y que no hacía falta con el metro”, dice. Pero según dice Aldeiturriaga ambos transportes son compatibles e igualmente necesarios para una ciudad moderna que apuesta por la internacionalización. “Si quieres un transporte rápido el que tienes que coger es el metro, pero el tranvía ofrece otras ventajas diferentes a los usuarios, no solo a los turistas como piensan muchos. Yo no soy turista y lo utilizo muchísimo”, asegura Jon.
En otoño, los árboles que adornan la otra margen de la universidad de Deusto se colorean de un intenso color rojo que encandilan a Jon cada vez que toma el tranvía. “Me parece una preciosidad. Disfruto del paisaje que nos regala Bilbao en las diferentes estaciones. Solo es necesario fijarse, contemplarlo desde la ventana. Es un lujo”. Además de mejorar la movilidad de las personas en opinión de Aldeiturriaga con los transportes públicos en Bilbao se ha ganado en rapidez. “Ahora vas al metro y da igual perderlo, porque en muy poco tiempo sé que llega otro. Las frecuencias entre un tranvía y otro tampoco son largas. ¿Que pierdes un tranvía? Yo lo pierdo mucho. Es como un maleficio porque cuando llego al tranvía se ha ido. Pero eso sí: no suelo correr. ¡Para qué!”, dice entre risas. Para Jon el cierre del anillo tranviario será un paso importante porque una parte de Autonomía, Zabalburu y Bilbao La Vieja quedarán aún más comunicados con el centro.