Seis temporadas completas y prácticamente todo un capítulo han hecho falta para que Daenerys de la Tormenta, La que no arde, Rompedora de cadenas, Madre de dragones pise por fin su tan ansiado Poniente. Y no lo ha hecho en un lugar al azar, sino en un Zumaia y San Juan Gaztelugatxe fusionados y reconvertidos en Rocadragón, la fortaleza ancestral de la Casa Targaryen donde nació en medio de la impresionante tormenta que le dio nombre.

A vista de dragón, una emocionada Daenerys, escoltada por Tyrion Lannister, Varys, Missandei y Gusano Gris, desembarca en la playa de Zumaia. Un flysch inconfundible dota a la escena de la ruda pero majestuosa esencia de la sempiterna fortaleza. Pero el arenal no es más que la antesala de Euskal Herria. Tras unas colosales puertas incrustadas en la piedra y custodiadas por dos dragones de pura roca se abre la escalera de San Juan de Gaztelugatxe para ascender a una fortificación digna de su nombre. Y allí, en lo alto, la Sala Principal y la Cámara de la Mesa Pintada desde donde la Madre de Dragones planeará la conquista del Trono de Hierro. “¿Comenzamos?”.

Tal como prometía el tráiler, el primer capítulo de la séptima temporada de Juego de tronos no deja indiferente a nadie y menos aún en Euskal Herria. Las teorías de muchos fans de que Zumaia y su flysch iban a dar vida a Rocadragón tras los primeros pósters divulgados por HBO son más que acertadas, pero lo que la mayoría no se esperaba era que Zumaia y San Juan de Gaztelugatxe se fusionaran para crear un paisaje tan épico como fantástico.

Sin lugar a dudas, la entrada de Euskal Herria en el mundo de Juego de tronos no podía ser más triunfal y, dada la importancia de la localización a la que representa, se prevé que tanto Zumaia como la escalera de San Juan de Gaztelugatxe sigan protagonizando los siguientes episodios. Es más, durante el rodaje en ambas localizaciones participaron, entre otros, Jon Nieve y sir Davos Seaworth, por lo que es de esperar que Rocadragón aparezca en las próximas entregas de esta temporada, seguramente, para negociar con Daenerys sobre la montaña de vidriagón sobre la que se erige la fortaleza y que el Norte necesita para hacer frente al Rey de la Noche y al resto de los Caminantes Blancos.

Como de costumbre, el primer episodio se consagra a recordar dónde quedó cada personaje y a colocar las piezas en el tablero para la siguiente partida de ajedrez. De ahí que no haya cumplido al completo las grandes expectativas de una audiencia que lleva todo un año esperando sangre, mucha sangre. Para los tuiteros, las dos mejores escenas son la última, esos emotivos seis minutos de episodio en los que Daenerys retorna a su hogar, y la primera, en la que una vengativa Arya Stark prosigue con la vendetta que dejó a medias contra la casa Frey en el último capítulo de la sexta temporada.

El norte no olvida “Deja vivir a un lobo y las ovejas nunca estarán a salvo”. Con estas palabras, una crecida Arya, entrenada en las artes de los Hombres sin Rostro y vistiendo la faz del patriarca Walder Frey, borra el linaje de toda su casa como venganza por la Boda roja en lo que, en un principio, se confunde con un flashback. “El Norte no olvida”. Pero ahí acaban las muertes, por el momento. Tanto que incluso la sangre se intercambia por la música del cantante Ed Sheeran -quien interpreta a un soldado Lannister-, de cuya voz Arya se queda prendada de camino a Desembarco del Rey para matar a la recién nombrada Reina Cersei, la primera de su nombre.

El invierno ha llegado y la séptima temporada de la serie de HBO promete acero, sangre y hielo, pero de momento el primer capítulo no ha hecho más que preparar el tablero para una gran guerra que tiene múltiples frentes y facciones. Todos están en las quinielas. Todos. Y conociendo a los guionistas, las primeras muertes no se harán esperar mucho más. Mientras tanto, hasta la semana que viene nos queda Rocadragón, la puerta de Euskal Herria a Juego de Tronos.