Viajaremos hoy por estas tierras en busca de un bello rincón, encajado donde un regato de nombre Oca excavó durante miles de años un profundo barranco que hoy ha quedado parcialmente inundado por un embalse. A pesar de la intervención del embalse cerrando parte del paisaje, el río se conserva en su tramo bajo un excepcional ambiente natural y solitario.

El barranco puede caminarse en la actualidad hasta el pie de la presa, y transigiendo el paso que permite la instalación para evitar responsabilidades, remontar una larga escalinata hasta el reborde de la presa, admirando los contrafuertes rocosos tallados por el río y asomándose por fin a las alturas de la Sierra de la Demanda.

¡Cómo nieva por montes de Oca!, oía decir en casa cuando arreciaba el invierno. En esta tierra fría estaremos, no tanto en esas montañas pero sí en sus valles, arrancando de la peculiar aldea histórica y cita de peregrinos que es Villafranca de Montes de Oca.

Desde esta aldea del camino buscamos el enclave natural donde se instala la ermita de Nuestra Señora de Oca, rodeada de praderas. Ante ella encontraremos una pista que se dirige llaneando hacia el fondo del valle, todavía solo insinuado. La vereda nos lleva rápidamente al costado de regato, que discurre escondido entre la vegetación. Enseguida estamos al pie de la fuente de San Indalecio, un manantial que aflora a la superficie apenas al lado del arroyo de Oca, oculto todavía entre los chopos.

Caminaremos ahora un senderito estrecho que se adentra en el barranco y pronto discurre sobre el arroyo que queda encajado entre peñascos. El viejo sendero que avanzaba por esta angostura llevó antaño a la escondida aldea de Alba, y ahora lo seguimos al pie de altos farallones rocosos que esconden cuevas y oquedades. Pasaremos un puente por fin para tomar un camino más ancho habilitado para la aproximación a la presa, ante la que un puente nos permite cruzar de nuevo el arroyo. El paso queda ahí restringido, pero todavía una larga escalera permite remontar al borde superior del embalse de Alba y dominar desde allí los magníficos bosques de los Montes de Oca, mirando hacia la sierra de la Demanda.

Estamos en el lado noroccidental del Sistema Ibérico, donde los Montes de Oca dibujan la divisoria de aguas de las grandes cuencas del Ebro y del Duero. Por estas montañas, el Camino de Santiago buscó siempre un paso difícil en el que los peregrinos encontraban su único alivio en la fuente conocida como del mojapán. Tras saciar la sed en ella debían enfrentarse a la espesura de los bosques, donde cuentan que más de una vez, después de quedar perdidos, el lobo se quedó con la vida de los peregrinos.

Después de conocer el barranco del Oca, retornar a la civilización solitaria de la ermita supone un buen reposo de la mirada paisajística.

GRUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar: Desde Euskal Herria es preciso llegar hasta Villafranca de Montes de Oca, localidad situada sobre la ruta N-120 de Burgos a Logroño. El camino más rápido lleva a través de Gasteiz para emprender a continuación la ruta de Burgos N-1. Pasados Pancorbo y Briviesca se buscará el desvío de la carretera local que lleva por Alcocero de Mola y Villanasur hasta Villafranca de Montes de Oca. Desde la localidad se buscará el ramal de la carretera que se aproxima hasta la ermita de Nuestra Señora de Oca, donde se iniciará el camino que lleva hasta la presa de Alba en unos veinte minutos.

Qué visitar: Villafranca de Oca tiene su mejor referencia en la antigüedad medieval, tiempo en que adquirió notable importancia como punto de paso en el camino peregrino. No en vano su iglesia parroquial está consagrada a Santiago Apóstol. Edificada en el siglo XVIII tiene una pila de agua bendita realizada con la concha natural más grande de las ubicadas al pie del camino jacobeo. En su término está el que fue antiguo hospital de San Antonio Abad, y a dos kilómetros de la aldea se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Oca, donde también se venera a San Indalecio. La ermita de Nuestra Señora de Oca vive en este valle una veterana romería que recibe la visita de no pocos devotos de toda la comarca. Tradicionalmente tuvo su fecha en el segundo fin de semana de junio, pero se ha trasladado al primer fin de semana de agosto. Un viejo monasterio mozárabe dedicado a San Felices conserva algunos restos de sus ruinas en uno de los extremos de Villafranca. Viajando hacia Burgos por la N-120 se encontrará al otro lado del puerto de La Pedraja el desvío a San Juan de Ortega. Allí se puede visitar un importante hito del Camino de Santiago. En la aldea solo hay tres casas, pero también un bello monasterio con un maravilloso capitel equinoccial. En San Juan de Ortega, en cada equinoccio, un rayo penetra por una ventana del templo y alcanza de forma mágica en este capitel el vientre de la Virgen, como si fuera el mismo Espíritu Santo. El resto de los días del calendario anual este capitel queda en el silencio de la penumbra.