bilbao - Penélope Cruz lleva una semana sometiéndose a exhaustivos chequeos en la clínica Nuestra Señora del Divino Páncreas de Goirigolzieta (Amoroto). “¡¡Pues no te fastidia que me dan el Premio Donostia del Festival de Internacional de Cine de San Sebastián este 2019!! ¡¡Lagartooo, lagartooo!!”, exclama la artista, tocando con los dedos índice y meñique de su mano derecha una mesita de delicada madera lacada. “No hace falta que os ponga ejemplos, pero lo normal es que palmes menos de dos años después de que te entreguen el premio”, susurra Pe con gesto preocupado. Internada en el afamado centro médico, es objeto de analíticas, escáneres y todo tipo de pruebas. “De momento me da todo bien. Me han recetado Parches Sor Virginia, unas cucharadas de hígado de bacalao por las mañanas y también jarabe de manzana para, ya sabes, obrar con regularidad”, narra. “No me puedo tomar estas cosas a la ligera: el año pasado me concedieron el César honorífico a toda una carrera, que es otro de los que te lleva a la tumba”, remacha.

¿Qué planea para cuando concluyan las analíticas?

-Tengo el billete comprado. Vuelo en unas horas a Haití a que me practiquen una limpia vudú. El César honorífico, el Donostia? no puede ser casualidad; alguien me ha echado el mal de ojo. Voy susto tras susto. Como me caiga el Goya a toda una carrera este año, estoy segura de que me suben las primas de todos los seguros de vida. No hay derecho a que le traten a una así. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¡Pedroooo!

¿Ha aprovechado su estancia?

-Yo no. Pero mi Javi sí. A él le van los restaurantes más que a un mono un platanero. Se ha puesto redondo de txuletón, alubia y viceversa. ¿Te acuerdas de cuando rodamos Jamón, jamón, cari?, me ha preguntado esta mañana. Pues deberíamos rodar Txistorra, txistorra, me ha sugerido. A él le gusta mucho esta tierra. Le va el mus, hablar soltando juramentos entre sujeto y predicado y dar palmadas en las espalda de los amigotes. Se siente como en casa.

Siguen muy enamorados

-Como el primer día. Yo he salido con Nacho Cano, un artistazo, pero más raro que una rueda cuadrada; con Matthew McConaughey, guapote, gracioso, pero nadie en mi familia aprendió a pronunciar su apellido y le llamaban “ese”; Tom Cruise tardaba más que yo en maquillarse para salir de casa y me mangaba el serum antiarrugas, que es carísimo, y la hidratante con ácido hialurónico, entre otras cosas. Con mi Javi me encuentro perfecta. Es delicado pero machote, culto pero salvaje, atractivo pero sin empalagar? Loquita me tiene.

No le encuentra usted defectos.

-Si. Uno. Su madre. Es muy fuerte que tu suegra sea Pilar Bardem. Con esa presencia, ese vozarrón, ese carácter? Cuando me telefonea, descuelgo y me dice: Mira nena? con ese timbre, que habla como con eco, me estremezco entera y me aguanto por poco las ganas de gritar “¡Pedrooo!”. A ver, que solo me imagino una suegra más intimidante: Terele Pávez, que en gloria esté. Es muy maja, pero no me acostumbro a verla al final del pasillo.

Tiene usted mucha razón. Y ya que ha citado a Pedro, ¿qué me dice de Almodóvar?

-Un genio del cine. Ahora está escribiendo el guión de Todo sobre mi tía Ricarda. Me encantaría que contara conmigo para el personaje principal, que es un seminarista trans, del Opus, que termina de estanquera en La Roda, que es un municipio de Albacete famoso por esos dulces que se llaman miguelitos. Después se hace de Unidas Podemos, la eligen alcaldesa y tiene un hijo con un emigrante argelino muy majo que interpreta Antonio Banderas. El tema principal de la banda sonora es una canción de El Fary cantada por Bumbury y Mikel Erentxun a dúo. Va a ser un pelotazo.

No lo dudo. ¿Qué tal la vida en Hollywood?

-De horror. Todo el mundo compite por ver quién tiene el perro de raza más rara, o un cerdo vietnamita como Clooney; quién va a la clínica de desintoxicación más cara y con la terapia más estrafalaria, quién se divorcia más veces, quién tiene el coche más eléctrico y quién organiza la fiesta con el catering más vegetariano. A veces, cuando llega mi Javi a casa de trabajar, me suele comentar que le entran ganas de salir al paseo del Teatro Chino y ponerse a dar bofetadas con la mano abierta. Ahí es cuando le pongo un bocata de panceta frita y le convenzo para que salga a dar un paseo con la chupa de cuero negro, la remachadora con la bombona de compresión a gas y cojeando. Igual que su personaje de No es país para viejos.