La tecnología en la geopolítica siempre ha tenido un papel nuclear. Este fenómeno comenzó a acentuarse tras la Segunda Guerra Mundial. La informática juega un papel muy importante en dirimir algunas piezas críticas de la fase final de esta gran guerra. Y esto despierta el interés de muchas naciones por desarrollarla a nivel comercial. Pese a que se resume mucho con que Apple y Microsoft fueron las empresas que lo consiguieron ejecutar, en realidad éstas se apoyaron en muchos trabajos previos de otras personas que algún día soñaron con llevar esta tecnología a los hogares.

En los 90 se producen los siguientes dos grandes hitos. La caída del muro de Berlín simboliza el fin de una era (la guerra fría) que había llevado a operar el mundo de dos formas diferenciadas. Y, casualidad, de manera simultánea aparece Internet. Se comienzan a globalizar las comunicaciones y, naturalmente, sin guerra fría por medio, también los mercados. Y ahí es cuando empiezan a aparecer algunos acuerdos sobre cómo desarrollar ese comercio. Podemos sentar la raíz de los problemas en estos días.

Usemos el caso de Huawei para ejemplificar. Una empresa de telecomunicaciones, fabricante de muchos de los equipamientos clave para el nuevo estándar de las comunicaciones 5G -que ya sabemos va a permitir hacer muchas nuevas cosas, y encima, de manera más eficiente-, lleva meses ocupando titulares de prensa. Trump vetó la entrada de estos equipamientos. Se alegaron vínculos con el Gobierno chino. Las comunicaciones sabemos que siempre han sido claves en la geopolítica. Usemos TikTok como segunda ejemplificación. Nuevamente se está vetando su uso en determinados países. A EE.UU. se le ha sumado la India. Dos grandes rivales de China. O esos datos se quedan en los países donde se generan o no operarán. Nuevamente, sabemos que las comunicaciones juegan un papel clave.

El daño a estas dos marcas es notorio. Tanto Huawei como TikTok ocupan muchos espacios de prensa con críticas a ámbitos de la privacidad, la seguridad o los derechos de la ciudadanía. Siempre me pregunto por qué enjuiciamos esas aplicaciones y no escribimos lo mismo de las norteamericanas. Es por eso que creo que el término guerra fría tecnológica resume bien esta situación. Sin embargo, creo que es más una guerra dialéctica, comercial y social.

Es cierto que China, por su modelo de sociedad, actúa, creo, con ventaja temporal. Su apuesta por la inteligencia artificial está yendo tan rápido que se suele resumir en que es un país que sí cree en la investigación y desarrollo. Sí, así será en parte. Pero también, por otro lado, son capaces de generar grandes cantidades de datos a la velocidad de la luz, saltándose en el camino cualquier principio básico de derechos a la privacidad de la ciudadanía. Una sociedad con tanto sensor, cámara y vigilancia, es lógico que tenga millones de datos para entrenar sus algoritmos. Pero, como en todas las guerras, quizás es que se están reinventando y globalizando los principios de actuación. Internet no entiende de fronteras.

En 2012, el Gobierno chino liderado por Xi Jinping conceptualizó el nuevo Sueño Chino. A diferencia de otros sueños patrióticos, China prioriza el sueño colectivo al individual. Limpiar y posicionar la imagen de China en el mundo como un país próspero y tecnológicamente avanzado es prioritario. Comprar equipos de fútbol en Europa les estará sirviendo en parte, pero también necesitan ser proveedores de tecnología a nivel mundial.

La tecnología en geopolítica siempre ha tenido un papel nuclear. Este fenómeno se acentúa tras la II GM. La informática juega un papel muy importante en dirimir piezas críticas de la fase final de esta gran guerra