AQUEL era un terreno pantanoso que, por entonces, estaba situado en los extrarradios de Bilbao. Allí la ría del Nervión besaba las orillas, lo que propicio que se asentase un barrio de pescadores, en una zona de arenales usada como embarcadero junto a la entrada de agua. Pronto se levantó allí una ermita medieval, levantada por aquellos pescadores en honor de San Nicolás de Bari, su patrón. Aquella ermita original llegó a ser ampliada en respuesta al crecimiento de la población y sobre ella se construyó la cuarta parroquia de la Villa de Bilbao, pero fue totalmente destruida por unas inundaciones en 1553. Junto a esta iglesia tan ligada a los pescadores, en el arenal, surgió uno de los primitivos astilleros de la Villa de Bilbao, y a su alrededor se crearon muelles, almacenes y talleres. Así pues, la Iglesia de San Nicolás estuvo ligada a una de las actividades más importantes en la historia y evolución de Bilbao. De ahí nace el nombre de San Nicolás, que da sombra a esa zona específica donde se besan la boca de metro de San Nicolás, la iglesia que venera al patrón marinero y el edificio del por aquel entonces Banco Bilbao, hoy BBVA, que nació bajo ese mismo apellido.

Volvamos a los orígenes para darle un entorno a la historia. Aquel rincón era punto de encuentro de los navegantes antes de hacerse a la mar. La actual iglesia de San Nicolás de Bari se terminó de construir en 1756 y es un edificio barroco también está cargada de historia. No en vano, el templo de planta de cruz griega construida dentro de un cuadrado y cubierta por una original cúpula octogonal fue el lugar elegido por las Juntas Generales de Bizkaia para firmar la Constitución Liberal de Cádiz en 1812. Cuatro de años después -vamos a pensar que sin ninguna influencia divina ni humana de por medio...- cayó un rayo sobre la iglesia. Era el anuncio, eso sí, de tiempos turbulentos. Durante las guerras carlistas fue convertida en almacén de municiones y en talleres y fundición de balas. También fue testigo de la guerra de la independencia y semejante trajín hizo que no estuviese abierta al culto en los siguientes periodos de años 1808-1814, 1835-1841 y 1873-1879.

Miremos, a partir de ahora, a la acera de en frente. También tiene su aquel la trayectoria. No en vano, el Banco de Bilbao (hoy parte del actual BBVA) inició su andadura en 1857 en un bajo de la calle la Estufa. En octubre de ese mismo año se trasladó a la calle Ribera y en 1868 a un imponente edificio de la ya entonces conocida como Plaza de San Nicolás, que fue proyectado por el arquitecto francés Eugène Lavalle, con claras influencias de la corriente Beaux Arts surgida en París a mediados del s. XIX. El lugar era denominado como “solar de la posada de San Nicolás” y la construcción llamó la atención de la ciudad.

Las posteriores ampliaciones y reformas proyectadas por los arquitectos bilbainos Severino Achúcarro y Enrique Epalza, interpretando respetuosamente la composición del edificio original, permitieron completar el rectángulo configurado por la plazuela de San Nicolás, donde se ubica el acceso principal, la calle Ascao, la calle de los Fueros y la nueva calle lateral denominada Banco de Bilbao.

El espacio acogió temporalmente las dependencias del Banco Industrial de Bilbao, al construirse la sede en la Gran Vía, para transformarse posteriormente en sede de actividades culturales de la entidad, circunstancia que hoy en día le da vida.

Entremos en su interior. El edificio dispone de un patio interior de operaciones, elemento arquitectónico propio de la tipología bancaria rematado en una artística vidriera, en torno al que se distribuyen las dependencias iniciales de la Sede Central del banco. Y otro patio en la zona ampliada. Se trata de una edificación de clara influencia francesa, con líneas clásicas y barrocas. Su ejecución coincide en el tiempo con el trazado y desarrollo inicial del Ensanche, anunciando en su variado repertorio formal el gusto y la tendencia hacia el eclecticismo que tanta implantación ha tenido en Bilbao.

Echemos un vistazo al tiempo en el que nació. En 1856, un grupo de comerciantes e industriales de Bilbao, integrados en la Junta de Comercio de la capital vizcaina, decidió fundar un banco en la ciudad con capital únicamente local, frente a los proyectos del Credit Mobilier francés, que apoyados por un gran grupo de empresarios bilbainos, de crear una sucursal en Bilbao de dicha entidad que tuviera una participación minoritaria de capitales de la Villa.

Los fundadores formularon el 19 de abril de 1856 el proyecto de fundación ante notario y el 16 de abril de 1857 otorgaron la escritura pública de constitución. Finalmente, el 19 de mayo de 1857 la Reina Isabel II firmó el correspondiente decreto de autorización. El banco se constituyó con un capital de ocho millones de reales, y las acciones fueron suscritas por algunas de las principales familias de comerciales e industriales de la época: Ybarra, Zubiría, Epalza, Basterra, Arellano, Urigüen, Zabálburu, Orbegozo, Ingunza, Mac Mahón, Uhagón, Aguirre, Yohn, Lund y Mendiguren.

Dígase que las oficinas de este majestuoso edificio se abrieron al público el 8 de enero de 1868 y las operaciones bancarias se trasladaron el 24 de agosto de 1957 a un magnífico edificio en el n.º 12 de la Gran Vía, obra de Pedro Guimón y Ricardo Bastida. Como ven, hubo casi un siglo de acciones bancarias, convertidas hoy en acciones culturales y sociales de la entidad integrada en el BBVA.

El primer consejo de fusión entre Banco Bilbao y Banco Vizcaya se llevó a cabo en el propio Palacio de San Nicolás, que volvía a ser una vez más punto neurálgico de la institución. Los documentos gráficos de dicho evento se guardan en el Archivo Histórico.. Los primeros años de aquel archivo quedaron marcados por un hito: las riadas de agosto de 1983. El agua se llevó por delante el casco histórico de Bilbao y también anegó los sótanos del Palacio de San Nicolás. Las inundaciones provocaron que se realizase un exhaustivo trabajo en las tareas de restauración y propiciase un punto de inflexión de cara al futuro. Allí perduran viejas actas y documentos, una parte de la historia no solo de la entidad financiera sino de la misma ciudad de Bilbao, siempre tan financiera. ¿Acaso no se dijo que aquí pastaba el dinero?