La ensaladilla rusa es uno de esos platos que parecen intocables, pero justo por eso funcionan tan bien las versiones nuevas cuando están bien pensadas. El influencer de cocina @santifoods ha dado con una de esas ideas: la ensaladilla de fuet. En su vídeo lo presenta como una continuación lógica de las recetas más virales de los últimos tiempos: “Del creador de la ensalada de encurtidos llega esta locura que es la ensaladilla de fuet”.
Ingredientes para seis personas
La receta juega con productos de despensa. Para unas seis raciones, se parte de cinco patatas todo uso como columna vertebral. El sabor principal lo pone el fuet, cortado en trozos pequeños para que se reparta bien y deje sabor en cada bocado. A eso se le suma cebolla fresca para un toque crujiente y ligeramente dulce, aceitunas negras y huevo cocido para redondear la mezcla . El aliño es una mayonesa aligerada con un chorrito de leche, pensada para que la ensaladilla quede cremosa pero menos pesada. Todo se ajusta con sal.
La importancia de la patata
En cualquier ensaladilla, la patata no es un simple relleno: es la estructura de la misma. @santifoods cuece las patatas entre 15 y 20 minutos, hasta que estén bien blandas, y luego las pela con ayuda de un cuchillo. El truco que él subraya es el de salar cuando la patata todavía está caliente: “En mi caso lo que hago para que queden perfectas es echarle sal antes de echar el resto de los ingredientes”. Esto tiene lógica, ya que la patata caliente absorbe mejor la sal, queda más sabrosa por dentro y no dependes solo de la mayonesa para que el conjunto tenga gusto.
El orden también importa. Primero se integran patata, huevo cocido, cebolla, aceitunas negras y fuet, mezclándolo todo con calma para que los ingredientes se repartan. Después viene la hora del reposo en nevera antes de añadir la mayonesa. Ese tiempo ayuda a que la patata termine de asentarse, se enfríe bien y quede lista para absorber el aliño sin deshacerse. Cuando ya está reposada, entra la mayonesa con leche, que deja una textura más ligera y menos densa. Refrigerar una segunda vez termina de unir los sabores y hace que el plato llegue todavía mejor a la mesa.
Un plato histórico
La ensaladilla rusa que hoy es tapa imprescindible en cualquier mesa nació en realidad como un plato de lujo en la Moscú del siglo XIX: hacia la década de 1860, el chef Lucien Olivier, de origen franco-belga, la popularizó en el restaurante Hermitage con ingredientes aristocráticos como carnes de caza, caviar y marisco ligados con una salsa cremosa. Con el tiempo, especialmente tras la Revolución Rusa de 1917, aquella receta opulenta se simplificó y viajó por Europa, sustituyendo los productos caros por otros más accesibles.
Al llegar al Estado se convirtió en la ensaladilla que conocemos: base de patata y verduras cocidas, mayonesa y añadidos como huevo y, más tarde, atún, hasta integrarse en la cultura de bares como un plato humilde, fresco y totalmente adaptable a versiones modernas.