Un electorado volátil, con un 40% de indecisos y abstencionistas; una ley electoral que puede provocar una mayoría sin precedentes en el Parlamento y una insólita campaña veraniega, en la que los sondeos siempre han dado la victoria a la derecha, son algunas claves de las elecciones italianas del domingo.

Italia ha vivido una breve campaña electoral veraniega, que solo se ha activado en las dos últimas semanas previas a las elecciones, convocadas anticipadamente en julio, cuando una votación parlamentaria provocó por sorpresa la caída del primer ministro con mayor consenso de la historia de Italia de los últimos años: Mario Draghi.

Su Gobierno de “unidad nacional” incluía a todos los partidos menos uno, los ultraderechistas Hermanos de Italia (FdI), de Giorgia Meloni, la gran favorita para ser la próxima primera ministra en todos los sondeos, que muestran desde hace meses que la coalición de derechas que encabeza ganará las elecciones por goleada.

En la última jornada para publicar encuestas, 15 días antes de los comicios, FdI rondaba el 25% de los votos y su alianza con el ultraderechista Matteo Salvini (Liga) y el conservador Silvio Berlusconi (Forza Italia, FI) superaba el 45%, 19 puntos más que al progresista Partido Demócrata (PD).

El PD de Enrico Letta aparecía segundo (21,5%), por delante de Liga (12,3%) y FI (8%), pero sin aliados de peso tras romper su acuerdo electoral con el M5S de Giuseppe Conte (15%) por propiciar éste la caída de Draghi. El llamado “tercer polo”, formado por los centristas Acción e Italia Viva, con quienes el PD tampoco llegó a un acuerdo, se sitúa en el 6,7%.

Abstención y sistema electoral

La volatilidad del electorado italiano, con más de 51 millones de votantes, marcará el resultado de los comicios y más cuando hay una tasa de indecisos y abstencionistas que ronda el 40 % y que, sorprendentemente, crece a medida que avanza la campaña.

“Es absurdo. Creo que la gente se ha dado cuenta de que fue una locura hacer caer a Draghi”, señaló ael líder del PD, que es la principal formación progresista del país.

El otro factor que favorece las opciones de Meloni es la actual ley electoral italiana, aprobada en 2017, y que favorece a las grandes coaliciones, pues su intención era apuntalar el bipartidismo y frenar al populista Movimiento 5 Estrellas (M5S), que ganó las generales el año siguiente.

Denominada Rosatellum, es un sistema mixto en el que el 61% de los escaños son asignados por el método proporcional –en función del porcentaje de votos obtenidos– y el 37% depende de un mayoritario con circunscripciones uninominales, donde la coalición –no el partido– que saque un voto más se llevará el escaño.

Por ello la renovación que representa Meloni hace que pueda convertirse en la primera mujer en presidir un Gobierno en Italia tras ser la única oposición durante el mandato de Draghi y los dos gobiernos anteriores. “Es joven y mujer, una señal profunda de cambio. Mas allá de los contenidos de su mensaje, con su sola presencia, representa plásticamente la idea de cambio”, explica Alberto Vannucci, profesor del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Pisa.

En corto

600 parlamentarios. En estas elecciones se elegirán 600 parlamentarios (400 diputados y 200 senadores) frente a los 945 actuales (630 y 315) tras una reforma aprobada en referéndum.

Coalición de derechas. La derecha ha utilizado mejor las características de la ley electoral, con su gran coalición”, ya que teniendo una cuota del 45% de los votos según los sondeos podrían llegar a sumar el 70% de la representación parlamentaria si gana en todos los colegios uninominales.

Cambios en la Constitución. La izquierda italiana, mucho más fragmentada, ya ha advertido de que eso podría permitir a la derecha hacer cambios en la Constitución italiana sin necesidad del consenso de los partidos o la ratificación de los ciudadanos en un referéndum.