Jannik Sinner no falló ayer domingo a su cita con la gloria en Turín. En su casa, ante su público y sin ceder un solo set en el torneo, se coronó campeón invicto de las Finales ATP tumbando al estadounidense Taylor Fritz (6-4 y 6-4) para graduarse como nuevo Maestro en un año pletórico para él. Se lleva, además, el bote más alto de la historia del circuito masculino de tenis, con un total de casi 5 millones de dólares.
El tenis mundial tiene un nuevo Maestro, heredero de los más grandes deportistas de este deporte. Federer, Murray, Sampras, Becker... Djokovic fue el último. Pero la nueva generación ya está aquí. Y Sinner fue el primero en asaltar el cetro del tenis mundial con una exhibición en tierras italianas, en su casa, ante un público rendido a su nueva estrella, ante su nuevo ídolo, al que coreó sin descanso. Es el primer italiano en levantar este título. Es ya historia del tenis italiano con solo 23 años. Ahora defenderá la corona de campeón en la Copa Davis. De reto en reto.
Su temporada es de altísimo nivel. En el mismo año que bordó sus dos primeros Grand Slam, los de Australia y Estados Unidos, cerró el circuito ATP con el título más importante a final de temporada. Con la enésima muestra de autoridad, de poderío, de superioridad. La realidad es que pese a la gran ausencia de Nole este año, pese al constipado de Alcaraz o la derrota de Zverev en semifinales, nada puede discutir la superioridad aplastante de Sinner en este torneo. Ha sido el dueño absoluto en cada partido. El rival a batir. El nombre propio del torneo. La figura por excelencia de la cita que reunió a los 8 mejores tenistas del planeta con la única excepción del serbio.