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Los períodos de bonanza deportiva resultan particularmente propicios para que los responsables se explayen
La transmisión de los objetivos deportivos incluyó en esta oportunidad un matiz novedoso e interesante. El contenido del discurso a cargo de Jon Uriarte suele ser previsible pues parte de la premisa de que siempre se trata de mejorar lo ya conseguido.
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Vista la trayectoria reciente del equipo era inevitable reiterar el deseo de meterse en Europa por tercer curso consecutivo. Tal sería la gran prioridad por aquello de que el club se nutre principalmente de la liga, aunque no se ponga límites en los frentes que se celebran bajo el sistema de eliminatorias, Copa y Supercopa.
Disfrutar de la Champions
Fue al referirse a la Champions cuando el presidente, tras citar la importancia de los ingresos que genera, dijo que su exigencia de ninguna manera podía suponer un lastre en el balance global de la temporada. Y por si no se hubiese quedado claro lo que pretendía comunicar, aconsejó disfrutar de la aventura y jugar sin la presión autoimpuesta en otras competiciones.
Este modo tan particular de enfocar el desempeño en un torneo por el que todo el mundo suspira, incluido el Athletic que cumplía once años de abstinencia, sonó extraño. El verbo disfrutar sugiere relajación o una actitud algo contemplativa que no casa demasiado bien con la personalidad del grupo de Valverde. Quitarse presión de encima es equiparable a asumir una especie de temor a que el equipo acabe acusando la acumulación de cruces del nivel del de días atrás con el Arsenal y que ello vaya a repercutir en el resto de los compromisos.
Desde luego, echar el resto en la Champions carece de sentido a no ser que se cuente con una plantilla apropiada, algo que en el plano teórico al menos no se percibe. Otra cuestión es cómo se gestiona en la práctica, hasta dónde se reservan fuerzas, qué se está dispuesto a sacrificar. Podría calificarse de poco ambiciosa la postura institucional sobre el asunto, pero no es menos cierto que también la cabeza visible de la entidad podía haber eludido ser tan explícito y no haber adoptado una posición impropia de su cargo.
Operación Laporte
En ocasiones el interés por comunicar conduce a excederse con datos, reflexiones y proyecciones inapropiadas o discutibles. Los períodos de bonanza deportiva resultan particularmente propicios para que los responsables se explayen. Fue patente en el repaso cronológico de la operación Laporte, un recorrido que no esclarece el porqué de las decisiones tomadas y de las fechas en que se hizo. La tardanza en decidirse a ir por Laporte una vez conocido el marrón de Yeray o en hacer la oferta a Egiluz, pues el 23 de mayo Valverde solo contaba con dos centrales. El motivo y el momento de descartar a Núñez, que era tirar a fijo, tampoco se entiende bien. Señalar que justo tras su marcha a Italia se lesionó Egiluz suena a excusa no solicitada. O lo de los dos meses o no se sabe qué tiempo negociando con el Al-Nassr, pese a que Laporte solo quería venir al Athletic, para apurar al máximo y llegar con la lengua fuera al cierre del mercado. Eso sí, admitiendo que muy al final se elevó la oferta y así se “aceleró” la resolución. Lo único que se precisaría para comprender como es debido este relato sería saber el costo que implica el central internacional. Por cierto, sigue habiendo tres centrales nada más.
Uriarte considera demasiado castigo la sanción a Yeray
La precariedad persiste. Sin embargo, en opinión de Mikel González, la plantilla es maravillosa, muy aquilatada para intervenir en cuatro frentes: “larga, con muchas alternativas y perfiles distintos en cada posición”. Pues basta con perder por lesión a Prados y Nico Williams para notar que el bloque se resiente en cuanto el calendario aprieta. A ver, son tres centrales y también tres medios con bagaje en la élite, más un novato en la recámara por línea. Prados volverá el próximo curso y la disponibilidad de Nico Williams abre una incógnita inquietante. Lo del pubis se cura parando o con bisturí y en verano, mira por dónde, hay Mundial.
Nico Williams y Djaló
Por cierto, Uriarte deslizó que tuvieron “suerte” al lograr la ampliación del contrato de Nico. Nadie le preguntó si este o su agente comunicaron en Ibaigane que el chico se iba para Barcelona. Un detalle clave en un culebrón que duró año y pico.
Similar categoría merece la historia de Djaló, que González despachó con una versión que contradijo en cuestión de dos minutos. Primero aseguró que el jugador pidió salir y luego que “no nos podíamos permitir un segundo año” como el primero. Quince millones largos alegremente gestionados. No pasa nada: Europa proveerá. Además, agregó el director del fútbol, a Djaló le va a venir de perlas la cesión como lo prueba que “Laporte viene de jugar dos años en una liga similar”. Insuperable apreciación técnica.