Salvo desmentido inmediato, que nadie espera, Nico Williams será del Barcelona en una fecha por concretar previa al inicio de la temporada. El único factor que podría dar al traste con su cambio de aires es el mismo que impidió hace ahora un año la operación: la incapacidad del club catalán para depositar en LaLiga los millones de la cláusula acordada por Ibaigane y Félix Tainta, agente del futbolista, para una posible salida del Athletic.
Como ocurre casi siempre, el tiempo pone a cada cual en su sitio. La única verdad expresada por Nico Williams en un proceso nacido en los albores del pasado verano, se conoció a finales de agosto, después de haber soportado todos, directiva y afición, la desvergonzada campaña promovida por el Barcelona, a la que él contribuyó con su silencio táctico. “Quiero estar un año más”, dijo en esa fecha y así va a ser. Un año más en el Athletic y hasta luego. Un año más porque, sencillamente, parece que Joan Laporta esta vez sí puede costear el fichaje, al contrario que entonces.
Todo apunta a que el Barcelona va en serio o Deco no se hubiese lanzado a la piscina y descubierto, dejando de paso en mal lugar a Tainta, la existencia de un acuerdo en los términos del contrato que la entidad azulgrana extenderá a Nico Williams.
Requisitos para la compra
Pocas horas después de que colocase a Robert Navarro en el vestuario rojiblanco, trasciende que Tainta advierte a Ibaigane que el asunto va para adelante porque el chaval quiere jugar al lado de su amigo Lamine Yamal. Bueno, como se ha dicho, nada que no se supiera, pero claro hay que cumplir los requisitos de la compra y parece que el representante ya posee las garantías suficientes de que se llevará a cabo.
Jon Uriarte exigirá el pago al contado de los 60 millones, qué menos, y se presupone que actuará con el máximo rigor para que el Barcelona cumpla la legislación vigente y no se salte, como suele, las normas que rigen para todo el mundo. Fiscalizar cada paso del Barcelona, en este tema y en cualquier otro, se ha convertido en tarea ineludible de la directiva, en una función prioritaria a fin de defender los intereses propios.
Mural de Lutxana
Ahí comienzan y terminan las obligaciones de Ibaigane, cuyo margen de maniobra está mediatizado por la voluntad del futbolista. Si el deseo de este es defender un escudo distinto, no hay más que hablar. Sin embargo, el Athletic ha pretendido ir más lejos y se ha columpiado. El domingo emitía un comunicado con el siguiente epígrafe: “Defender al Athletic es actuar con respeto”.
"La única verdad expresada por Nico Williams en un proceso nacido en los albores del pasado verano, se conoció a finales de agosto, después de haber soportado todos, directiva y afición, la desvergonzada campaña promovida por el Barcelona"
Su intención era proteger a Nico Williams y estaba motivado por la desaparición de la imagen del jugador en un mural callejero al lado de Iñaki Williams e Iker Munian. En lugar del rostro de Nico, apareció una pintada que aludía a que este había perdido el respeto tanto si se quedaba como si se iba.
La nota sostenía, literalmente, que “Nico es uno de los nuestros” y razonaba lo siguiente: “faltar al respeto a uno de los nuestros es faltar al respeto al propio Athletic”. Proseguía asegurando que el Athletic es “un proyecto ganador”, con “una generación de jugadores comprometida”, “con presente y futuro”, “con los que están y los que vendrán”. Y concluía asegurando que el club contactaría con el autor de la obra para que “a la mayor brevedad posible pueda restaurar a Nico Williams en el mural”. Bien, la pregunta obligada es si Nico Williams volverá a lucir en la pared con la camiseta del Athletic o figurará con la del Barcelona. En cualquiera de las hipótesis, ¿conservaría la condición de ser “uno de los nuestros”?
Por cierto, la pintada es una forma de expresión cotidiana, extendida, universal, asumida como recurso de quien carece de otras vías; no menos legítimo que las redes sociales y, por qué no, más sano.