Llegó la final de la Champions contra el Qarabag y objetivo cumplido. El Athletic jugaba en casa ante uno de esos rivales que después del sorteo todo el mundo daba por hecho que los tres puntos se quedaban en Bilbao. Como así fue. Lejos de parecer que el partido iba a ser sencillo, la cosa se complicó y de qué manera.
El tempranero gol de los azeríes puso nervioso al equipo y las ansias por la remontada hicieron que el juego se desordenase y precisamente con estos parámetros el equipo de Valverde no se maneja bien.
Ir contra el resultado siempre es complicado, pero si nos ceñimos al análisis puro y duro de lo acontecido en el césped, el Athletic llegó y dominó pero no tuvo el control total del partido. Hubo fases del choque en las que los leones no estuvieron nada cómodos y el orden brilló por su ausencia. La salida de Robert Navarro desbloqueó el asunto con un auténtico golazo y a partir de ahí, pese a que hubo incertidumbre, con el gol de Gorka Guruzeta todo se relajó. Menos mal.
Con los tres puntos del miércoles, tal y como dijo el míster, Ernesto Valverde, la cosa cambia mucho. Ahora, el panorama europeo pinta de una forma muy diferente y concede una mayor tranquilidad al ver que en la tabla ya asoma ese número tres que momentáneamente sitúa a los rojiblancos entre los veinticuatro elegidos. Es verdad que para nada es definitivo, pero sin duda alivia y deja pensar de otra manera. Construir desde la victoria siempre es mejor. Esta es la clave.
Partido ante el Getafe
Ahora, a pensar en el equipo de José Bordalás. Rival duro de pelar y de los que hace los encuentros muy pero que muy ásperos. Día de llevar agua al campo para digerir los polvorones. Es un clásico desde hace un tiempo, imagino una tarde en la que la paciencia y el trabajo a destajo le den el fruto al equipo ante un colectivo acostumbrado a parar mucho los partidos y con las ideas súper claras. Guste o no, el técnico de los azules sabe lo que se trae entre manos y saca chispas a sus equipos. Es un muy buen entrenador.
Los cambios en el equipo están garantizados y son obligatorios. La escasa distancia entre un partido y otro obliga a ello. Está claro que hay que tirar de los más frescos y los que más chispa tengan. Si además meten goles, pues mucho mejor. Vamos a seguir disfrutando de nuestros jugadores y recordar a aquellos que parece no lo saben, a los futbolistas de nuestro equipo no se les pita, se les anima. Por algo nos consideramos distintos.