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Asier Diez Mon

Velocidad de crucero bilbaina

Avanza Bilbao como ese corredor de fondo que ni se plantea abandonar la carrera y acompasa su ritmo a las dificultades del terreno o las necesidades que van surgiendo en el camino. En el caso de tener un Tezanos local responsable de una encuesta de las preocupaciones de los moradores de la Villa, ni Artxanda ni el Puerto figurarían en las primeras posiciones. Se asume que están ahí, alimentando una ciudad que es eterna, de la luz y tierra de oportunidades. Pero son parte del ecosistema, cuestiones que alimentan la urbe de forma silenciosa. Son un espacio de ocio familiar y una locomotora que da sentido a todo el entramado industrial del territorio. Frentes en los que se transita a velocidad de crucero El Ayuntamiento de Bilbao aprobó ayer la licitación del restaurante Antón, la puerta de Artxanda, como pieza de un plan ambicioso: relanzar un enclave que ha tenido y tiene todos los ingredientes para ser un referente del entretenimiento. A tiro de piedra de Funi, a un paso en coche y provista ahora de uno acceso peatonal para todos los públicos. Todos los caminos llevan a Artxanda y el reto es darle el contenido lúdico que se merece. Por su parte, el Puerto presentó ayer su plan de digitalización, que ya forma parte del día a día de la actividad de la dársena pero necesita actualizar objetivos y alinear herramientas para pasar a la siguiente pantalla, la de la competitividad y la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio. Artxanda y el Puerto reciben así la energía que necesitan para seguir creciendo, en silencio o con mayor presencia en la sociedad.