Mi vecina está enfadada. Tiene 84 años y cobra una pensión de viudedad con la que llega a fin de mes haciendo encaje de bolillos. Ya ha hecho los cálculos de lo que va a cobrar en 2025 con la subida prevista del Gobierno español. No le va a dar para mucho pero dice que ya se lo esperaba. “Lo de Valencia necesita de todos los dineros así que es comprensible que este año nos suban menos”, admite. Lo que realmente le tiene enfadada es lo de las fotos de los reyes. Hace unas semanas, cuando les vio ir a los pueblos más castigados por la dana, llegó a empatizar con la reina a la que se le saltaron las lágrimas ante la desgracia de todos esos vecinos y vecinas. Incluso le pareció que el rey había estado muy entero asumiendo su papel aún sabiendo que no sería bien recibido. Pero lo de las fotos le ha hecho cambiar de opinión. Ahora se plantea por qué además de visitar las zonas inundadas no pueden donar dinero para esas personas, muchas de las cuales lo han perdido todo. Y reivindica menos visitas y más ayudas. Lo de las fotos ha sido la guinda. “¿Era necesario en este momento hacerse esas fotos que destilan riqueza y alusiones a una sociedad muy alejada del pueblo?”, se pregunta. Otro vecino le intenta explicar que hacía tiempo que estaba apalabrado con una fotógrafa extranjera y que ni siquiera paga la Casa Real pero a mi vecina no hay Dios que la convenza. “¿Los reyes no pueden cambiar la cita a la fotógrafa? Anda ya...”, se desquita.
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