Algunos chavales han desarrollado su pensamiento crítico tan superlativamente que se creen antes que una manada de delfines haga piruetas en la ría a que Trump haya sufrido un atentado. “Eso lo ha preparado él”, afirma una adolescente. “Mira la foto, con el puño, la bandera, está estudiado, es una composición triangular”, alega como prueba irrefutable y un chaval se suma a sus sospechas con otro argumento de peso: “Si el que le ha disparado juega al Call of Duty es imposible que no haya acertado”. Sobran la investigación, las pruebas de balística y toda la pesca. Ante la cara de asombro del oyente, que empieza a dudar de que haya un gallego en la luna, la joven remata: “¿No le crees capaz de simularlo?”. Hombre, capaz, capaz... uno alberga sus dudas. Será porque Trump propuso tratar el coronavirus con “una inyección de desinfectante”, se preguntó por qué reciben “a gente de países de mierda”, aseguró que “cuando eres una estrella” puedes agarrar a las mujeres “por el coño” y alardeó de que “podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”. En esto último, a no ser que atine a alguno de sus seguidores, quizá no le falte razón. También es cierto que su rival no está para echar cohetes. Biden sostenía hasta ayer mismo que solo se retiraría por prescripción médica o si se lo decía “el señor todopoderoso”. Así anda el patio. Y para más inri los científicos han conseguido alargar un 25% la vida de ratones.