LA agresión sexual machista y grupal que tuvo lugar la pasada semana en Bilbao no es un caso aislado. Según datos facilitados por geovilenciasexual.com, en las 32 semanas transcurridas de este año en el Estado han tenido lugar 43 acciones de este tipo. Más de un ataque cada siete días. No hay respuesta a semejante barbarie, aunque lo que está claro es que su número va en aumento, ya que desde que comenzaron a contabilizarse estos datos, en 2016, hasta la actualidad se han cometido 134 agresiones sexuales múltiples, en las que han participado, al menos, 476 individuos. En este maremágnum de cifras también es estremecedor que 54 de las víctimas, un 38,8%, fueran menores de edad. Al otro lado de la balanza, el número de agresores que no habían cumplido los 18 años en el momento del delito fue 116. Algo falla en esta sociedad. Machismo e ignorancia van unidos de la mano. Y no se puede generalizar sobre el origen de los agresores. Los hay de todas las procedencias y de todos los estratos sociales. Según el psicólogo César San Juan, “en las violaciones en grupo se aprecia algo más homogéneo, en el sentido de que la motivación sexual no es tan relevante cuanto el acto de vejación, de humillación a la víctima. Prevalece el acto de alardear de una hipermasculinidad que deplora a la mujer. Esa pátina tan troglodita caracteriza más a las violaciones en grupo”. Los hombres avanzamos hacia las cavernas.

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