HOY en día son punta de lanza tecnológica y de conocimientos, espacios en los que uno deposita su confianza para el cuidado de la mayor de sus riquezas: la salud. No siempre fue así. No obstante, cuentan las crónicas que los primeros hospitales eran refugios para personas necesitadas o albergues para viajeros (de ahí proviene el término hospitalidad...) y la palabra hunde sus raíces en el latín tardío hospitale, que significa casa de huéspedes o posada.

Los hospitales de hoy son lugares bien distintos. Allí se promocionan los cuidados de la salud y se enciende la llama de la investigación; se libran duras batallas en los quirófanos y se celebra la vida en los paritorios. Es tal la confianza que se han ganado que la población llama a sus puertas sin disimulo y con esperanza: todos quieren, queremos, que nos ofrezcan una salida cuanto estamos presos de la enfermedad.

La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano, nos dijo aquel padre de la ciencia ficción, Aldous Huxley, en una sentencia que cada día cobra mayor veracidad. Y visto, por tanto, el incremento de la nómina de quehaceres propios de un centro sanitario de semejante envergadura, uno comprende la realidad: con el paso del tiempo los hospitales empequeñecen. En realidad no es que no ocurra sino que la demanda va in crescendo y, pareja a ella, crecen las necesidades.

Es lo que ha ocurrido en el hospital de Galdakao, uno de los centros de referencia de Bizkaia en los campos de la salud. Para que no se crucen los casos ambulatorios y los hospitalarios, los que requieren ingresos, han decidido abrir canales de tránsito diferentes; para ampliar el radio de acción crecerán las especialidades que se atiendan; para evitar el tumulto y la espera ampliarán los espacios y los servicios. Es, sin duda, una intervención que dará vida.

No esperemos milagros, sino el máximo esfuerzo y mayores posibilidades de curación. Al fin y al cabo, la noticia de la ampliación del hospital de Galdakao orbita alrededor de una ley universal, esa que dice que la medicina, contemplada desde todas sus facetas y aplicaciones posibles, es la única profesión universal que en todas partes sigue los mismos métodos, actúa con los mismos objetivos y busca los mismos fines. Hacerlo con los mejores medios posibles. Esa es la idea.