OS constantes llamamientos realizados desde Euskadi y sus instituciones - e ignorados con displicencia durante más de cuatro décadas- para que el Gobierno español, en nombre de toda la sociedad y del propio Estado, emitiese una condena oficial y expresa del bombardeo de Gernika, reconociese a las víctimas y pidiese perdón por este acto de barbarie contra la población civil han surtido, por fin, efecto, siquiera de modo parcial pero relevante. Tanto la "condena sin paliativos" y el reconocimiento a las víctimas expresados en la declaración institucional aprobada ayer -85º aniversario del ataque a la villa foral- por el Consejo de Ministros, como la presencia de un representante del Ejecutivo en los actos de memoria en Gernika y el mensaje colgado en las redes sociales por el presidente Pedro Sánchez son gestos inéditos largamente esperados. Es obligado reconocer estos pasos, aunque haya sido necesario tanto tiempo para ello, en los que por primera vez un gobierno español expresa de manera nítida una condena del bombardeo y reconoce las mentiras vertidas sobre los hechos y que formaron parte de la "versión oficial" durante décadas. No se puede desligar este paso de la actual situación de Ucrania, sometida hoy en día también a bombardeos constantes contra la población civil. El propio ministro de Presidencia, Félix Bolaños, hizo referencia a la guerra y los ataques de Rusia durante su lectura de la declaración institucional y recordó el símil que utilizó en el Congreso el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, entre las barbaries contra su pueblo y la de Gernika. La condena del Ejecutivo Sánchez es, sin duda, un avance pero no salda la enorme deuda que tiene el Estado español con Gernika y el pueblo vasco. La simbólica declaración institucional no contiene una petición de perdón a las víctimas. Y sigue siendo necesaria, en especial porque aún quedan supervivientes de aquel bombardeo. Asimismo, tampoco ha existido aún un acto de desagravio con la villa foral, una petición justa y reiterada. La excusa de que "ningún gobierno democrático ha agraviado" a Gernika -siendo esto cierto-, tal y como planteó el delegado del Gobierno, Denis Itxaso, no puede ni debe ser obstáculo para ello, como bien ha demostrado Alemania, cuyo jefe del Estado pidió perdón hace 25 años y desagravió a las víctimas por la implicación del régimen nazi en la masacre.