LA cumbre climática mundial (COP25) que arranca hoy en Madrid se presenta como una de las últimas oportunidades para acordar, aprobar y, sobre todo, poner definitivamente en marcha medidas y mecanismos eficaces, cuantificables, revisables y exigibles para reducir las ya insostenibles emisiones de gases de efecto invernadero, frenar el ascenso de la temperatura global y evitar la catástrofe que supone el cambio climático. Nada más y nada menos. La emergencia climática es ya un hecho incontrovertible, por mucho que haya aún quienes niegan la realidad y rechazan la implementación de medidas drásticas. El diagnóstico científico indica que los datos son dramáticamente elocuentes: los últimos cinco años han sido los más calurosos, el nivel del mar ha batido también récords, sigue subiendo y amenaza con alcanzar cotas irreversibles, y los fenómenos extremos aumentan y son cada vez más destructivos. De ahí que el propio secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, urgiera ayer en Madrid, en los prolegómenos de la Cumbre, a dar un gran salto por parte de los países en las acciones necesarias y urgentes para evitar el cambio climático. “El punto de no retorno está a la vista, se nos echa encima”, afirmó el responsable de la ONU, quien añadió: “Estamos en una agujero y seguimos cavando en él, pronto será demasiado tarde para escapar”. Es por ello que en esta Cumbre, que debe convertirse en histórica y decisiva, los firmantes del Acuerdo de París estén obligados a dar pasos mucho más allá y comprometerse con medidas reales. No basta ya con pactos de buenas intenciones, con soluciones de compromiso que se quedan en papel mojado, sino de establecer obligaciones y de que cada país se responsabilice en alcanzar los objetivos acordados en el tiempo fijado. Sin excusas. Esta Cumbre llega cuatro días después de que el Parlamento Europeo declarase la emergencia climática, en la que se insta a la nueva Comisión a que tome medidas eficaces. Lo hizo, por cierto, con el voto en contra de casi toda la derecha (desde el Partido Popular a formaciones ultras). También Euskadi -que tendrá un papel importante en la Cumbre, liderando tres encuentros internacionales- declaró en julio la situación de emergencia climática. Son pasos imprescindibles para evitar “seguir cavando el hoyo” y conseguir el objetivo común de la Cumbre: salvar el planeta.