CADA quién sabrá cuál pero hay tamaños que importan, eso es indudable. ¿Acaso no le han sobrado centímetros al bueno de Kenan Kodro que se da de bruces contra el muro de las lamentaciones cada vez que recuerda los goles anulados en el Bernabéu y el Sánchez Pizjuán por sendos fueras de juego de escuadra y cartabón? ¿No es gorda, pero gorda, gorda, la ilusión que despierta este Athletic laico que no cede un ápice a la contemplación en los partidos de Copa, encuentros que disputa como si le azuzase una jauría de perros hambrientos y no un equipo de inferior categoría? Ese es el camino, piensa Gaizka Garitano, cuya fe en el plan y en los hombres elegidos para plasmarlo también tiene dimensiones descomunales. A vueltas con el mito del grueso calibre, ya ven.

¿O no? Quizás no sea una leyenda eso de crecer y crecer. Un mes después de la última vez, el Athletic regresa a San Mamés. La afición le espera con voracidad, con un apetito morrocotudo. Para ser sinceros, la sensación era que quizás debiéramos lamernos las heridas tras el viaje por dos tierras peligrosas, cargadas de dificultades y de bandoleros, dicho sea sin segundas. A la cita acudirá uno de los grandes pistoleros, Iago Aspas. Y frente a él aparecerán legendarios sheriffs como Pat Garrett o Wyatt Earp, una descomunal cuadrilla de defensas rojilblancos que arrastran consigo enorme fama. No en vano son capaces de encarcelar a los forajidos (de nuevo sin segundas...) más afamados del Lejano Oeste y limpian el pueblo de pólvoras ajenas.

Magnitudes, proporciones, dimensiones... Todo se mide con esas escalas XXL. Comienza ahora el camino de regreso a la gloria, la segunda vuelta, y los sueños crecen y crecen. El Athletic, que cabalga entre los primeros, mira al horizonte con fundadas esperanzas. Sus seguidores, con la convicción de que la grandeza les espera más allá.