Éramos pocos, y el proceso de la investidura en España ha parido un nuevo e inesperado condicionante. Podemos, fiel aliado hasta ahora de Pedro Sánchez, quiere reivindicar su papel en el gobierno y exige que Irene Montero siga siendo la ministra de Igualdad. Eso significa dos cosas. Una, que el partido morado parece que no tiene otro bagaje mejor que exhibir, incluso después de todo el lío de la ley del solo sí es sí. Y dos, que si esta exigencia se convierte en condición o línea roja, Sánchez y todos los demás tendrían un problema. Aparte de que Podemos es ya de por sí un problema.