Desde mi condición de apolítico convencido y hastiado, creo que todos los partidos políticos (con algunos matices) son los responsables de abocarnos a unas nuevas elecciones. Dos de los mayoritarios porque ni siquiera quería la abstención (tampoco esperábamos nada de ellos); de pronto surge un tercero, del que sí se esperaba algo positivo, exigiendo un “intercambio de cromos”, ministerios a cambio de su apoyo a la investidura, con el condicionante de una vicepresidencia de un familiar del líder del partido. Eso tiene nombre y apellido, prevaricación y enchufismo. Con un presidente en funciones, acorralado tras las cuerdas, dudo mucho de que alguien pacte un gobierno de coalición con nadie. Creo sinceramente que estos últimos nos han tomado el pelo, y espero que lo paguen a través de las urnas, porque eso tiene un alto precio. Ahora toca rendir cuentas. De cualquier modo es de agradecer el habernos mostrado su verdadero rostro, el del populismo y la ambición. Mi condición de apolítico no me exime de mis responsabilidades como votante, lo llevo haciendo desde que se instaló esta mal llamada democrácia, pero ustedes no lo tendrán, porque me han decepcionado.