En los años 60, 70 y 80, le escuché en los bailes, guateques y audiciones privadas en mi casa. Aunque personalmente no lo conocí, le escuchábamos con la cassette y con el tocadiscos: “No soy de aquí, ni soy de allá... y ser feliz es mi dolor de eternidad”. Y la más lacrimógena de todas para mí: En un rincón del alma. Y la canción del verano en Mallorca y muchas más. No plagiaba, era un cantautor estupendo, sincero y original y argentino, como Atahualpa Yupanqui, como Evita, como la Pampa, como Martín Fierro y como el Papa Francisco, y tambien como Quino el fabuloso dibujante creador de Mafalda, Guille Libertad, Manolito y otros. Qué persona más buena era Alberto, pues para mí ha contribuido con su música y poesía a hacer la vida de los que le escuchamos un poco más feliz. Gracias, Alberto. Estoy seguro de que has ganado un cielo.