Me ha parecido muy interesante el artículo de Txema Montero titulado Los presos del día 9 de enero.
Ha expresado exactamente, pero del modo que yo nunca podría hacerlo, cuánto siento sobre el tema de los presos de ETA y del comportamiento de quienes quieren, aprovechando la situación actual, echarlo todo al olvido, menos, claro está, sus métodos populistas, dictatoriales y totalitarios, copando calles, asociaciones, barrios, pueblos… y aprovechándose de la voluntad de las gentes que aún creen que tiene más razón el que más grita.
Recibí de mi padre, superviviente de dos guerras, el consejo de respetar las ideas e ideales de todo el mundo siempre que todo el mundo respete las de los demás y el de no permitir que nadie me manipule en contra de mi voluntad. Fue muy duro sufrirlo durante la época del dictador, pero las formas que están utilizando actualmente los partidos de la oposición del Gobierno vasco actual dejan mucho que desear, sobre todo, cuando ninguno de ellos ha abierto la boca ante los desmanes y tropelías que el anterior ha cometido, ahondándonos en la penosa situación actual de la que con su actitud nos va a ser difícil salir.
Concretamente a los empapeladores de pueblos, a esos que siempre me sorprenden por su capacidad económica para asumir tal despliegue, a esos les viene muy bien la cita que de Emmanuel Lévinas nos recuerda Txema Montero: La mano que empuña el arma tiene que sufrir debido a la propia violencia de ese gesto. La anestesia de este sufrimiento conduce al revolucionario a las fronteras del fascismo.
Asumamos pues la responsabilidad que nos toca asumir en vez de poner palos en las ruedas del carro que puede conducirnos a un porvenir más halagüeño. Si no se le permite comenzar a rodar ¿cómo va a conducirnos hacia la luz que nos saque de estas tinieblas?
Palmira Merino Portela