LA Comunidad Autónoma Vasca ha cerrado el balance de 2011 con cifras de drama social en el cómputo del desempleo, 116.900 parados, y una tendencia que desdice todas las predicciones realizadas por los responsables económicos del Gobierno vasco que preside Patxi López de cara al último trimestre del año: con diez mil parados más entre el primero de octubre y el último día del año, Euskadi ha alcanzado la mayor tasa de desempleo -11,2%- de la última década y destruye 107 empleos cada día precisamente en el periodo en el que, apenas dos meses antes, el consejero de Economía, Carlos Aguirre, anunciaba como el del inicio de la recuperación económica y de la corrección del mercado laboral. La realidad, en cualquier caso innegable, es que en los tres años escasos de Gobierno López -bien que a lomos de una crisis económica global- en Euskadi se ha pasado de 47.000 a 117.000 parados, es decir, setenta mil desempleados más, con un incremento del 150%, realidad que se mantiene un año completo después de que el Gobierno López haya dispuesto de todas las herramientas derivadas de la transferencia de las políticas activas de empleo lograda por el PNV en la negociación presupuestaria en Madrid y la consiguiente puesta en marcha del servicio de empleo Lanbide. En otras palabras, el flanco esencial de las políticas económicas del Gobierno López en esta época de crisis, el de la protección e incentivación del empleo, supone un fracaso evidente aún a pesar de contar con mecanismos de los que nunca había gozado el autogobierno vasco. Esto, que exigiría una revisión profunda de los métodos con que se ha enfrentado la principal preocupación de la ciudadanía vasca -uno de aquellos "problemas reales" del país- no ha supuesto sin embargo un cambio de planteamiento. El Gobierno López, como apunta el predecesor de este, Juan José Ibarretxe, parece limitarse a la aplicación mimética de las medidas que se han diseñado -y aún se diseñan- en Madrid y que incomprensiblemente han llevado primero a un aumento exponencial de la deuda pública vasca, multiplicada por ocho, que sin embargo no ha servido para invertir en estímulos económicos, en capital humano e innovación tecnológica. Muy al contrario, extenuada la capacidad de endeudamiento y errada la previsión presupuestaria, el Ejecutivo se ve empujado a ampliar los recortes en el sector público, recortes que están en el origen y serán aún motivo de un mayor crecimiento del desempleo a lo largo del año que acaba de comenzar. Y se ve asimismo obligado a reducir la inversión, lo que incidirá en una recesión acentuada por la que también afectará al entorno y a nuestros principales mercados. Dicho esto, quizás el Ejecutivo López pueda convivir con el fracaso de sus políticas económicas, pero ¿puede seguir haciéndolo Euskadi? ¿Hasta cuándo? Y, sobre todo, ¿con qué coste para su futuro?