Nos preocupamos de que nuestra mascota, la que sea, gato, perro, pájaro, tortuga... reciba los mejores cuidados para que viva sana y feliz. Estimulación, juegos, entorno enriquecido, higiene, alimentación adecuada, atención a su salud. Lo mismo que hacemos por nosotros mismos. 

Pero de vez en cuando bajamos la guardia y descuidamos alguna rutina que oculta un riesgo para la salud del que no somos muy conscientes.

El acero inoxidable con el que se hacen algunos comederos es un gran aliado, fácil de limpiar y de eliminar microorganismos. Freepik

En el cuenco

Prestar atención al comedero y al bebedero, al propio cuenco, que usa nuestra mascota es algo que se puede olvidar fácilmente. Es un objeto que siempre está ahí y que regularmente rellenamos.

Lo que quizá no se haga con la asiduidad que debiéramos es fregarlo cuidadosamente. Y hay que hacerlo a diario, como lo hacemos con nuestra vajilla, la que usamos habitualmente.

La razón es puramente higiénica, se trata de evitar la formación de biofilm, una capa fina, entre pegajosa y viscosa al tacto, que en realidad es un reservorio de microorganismos que han crecido en un entorno húmedo y rico en nutrientes. Esta capa supone un riesgo para la salud. 

Qué el biofilm

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria define los biofilms, también llamados biopelículas o tapices bacterianos, como comunidades complejas de microorganismos que crecen dentro de una matriz orgánica polimérica autoproducida y adherida a una superficie viva o inerte.

Los microorganismos que conviven son básicamente bacterias, hongos y algas. Entre todos han creado una matriz, una cubierta compuesta por agua (un 97%), polisacáridos, ADN, proteínas y otros productos de la lisis bacteriana. Su estructura es bastante compleja e incluye canales de oxigenación y nutrientes.

Se adhiere a cualquier tipo de superficie si las condiciones son adecuadas. Aunque hablamos de comederos y bebederos, también pueden aparecer en los juguetes que chupan o muerden. ¿Cómo llegan estos microorganismos hasta ahí? Los llevan las propias mascotas, que los cogen de cualquier punto que laman, chupen o muerdan. 

Estas algas, bacterias u hongos pueden causar una gran número de enfermedades, desde gastrointestinales como diarreas o vómitos a problemas inmunológicos. Y con un agravante, pueden ser muy resistentes a tratamientos normales. 

Así se evita

Pese a que los efectos de este biofilm pueden ser muy graves, la prevención es bien sencilla. 

Lo primero es básico y evidente, cuidar la limpieza del comedero del que comen nuestras mascotas. Lo mejor, fregarlo completamente una vez al día. Esto es especialmente importante en caso de que les ofrezcamos comida húmeda o preparada en casa. Y como son microorganismos que también pueden hacernos enfermar a nosotros, puede resultar oportuno utilizar un estropajo diferente al usado para limpiar los nuestros, y si somos algo aprensivos, en un fregadero distinto. Eso sí, debemos ser coherentes y no dejar que nos laman la cara y las manos. 

Una segunda medidas preventiva es elegir de qué material son los platos. El vidrio, la cerámica y el acero inoxidable son mejores que el plástico, el barro o la madera. Al ser menos porosos son más fáciles de limpiar. 

Peligro para humanos

No olvidemos que estos biofilms se forma en cualquier rincón donde hay algo de humedad y nutrientes, una jarra, un tiesto, la cortina de la ducha... Según la agencia americana National Institutes of Health, el 60% de las infecciones que sufren los humanos tiene se origina en estos biofilms. Estas colonias pueden albergar la Serratia marcescens, que puede causar infecciones urinarias; la E. coli, que provoca fuertes diarreas; la Candida albicans, origen de la candidiasis; la Chlamydia pneumoniae y la Legionella pneumophila que afectan a las vías respiratorias, o la a veces mortal Listeria monocytogenes.