Cuando vamos a la tienda especializada o al súper para comprar la comida para nuestra mascota nos encontramos con el mismo dilema: que escoger de entre la más o menos variada oferta que vemos en las estanterías. Lo normal es que en su momento hiciéramos pruebas con varias opciones para ver cual es la que nuestro perro, gato, hurón, conejo o periquito prefiere. También nuestro veterinario de cabecera nos habrá dado pautas para poder elegir. Por ello es más que probable que vayamos a la tienda a tiro hecho.

Pero una cosa que tenemos que tener clara es que un precio más alto o una marca más conocida no garantizan una mayor calidad. Además también nos puede dar la tentación de probar alguna preparación que no conozcamos o que tengamos la necesidad de cambiar de pienso por alguna razón temporal. ¿En qué deberíamos fijarnos si en ese momento no contamos con el asesoramiento del veterinario?

Una gato se relame ante un cuenco de su pienso favorito. Pixel-Shoy/Freepik

Cuando se trata de perros, gatos o hurones, son cuatro puntos que hay que examinar en orden en el momento de leer la lista de ingredientes en el saco de comida: el orden de aparición de los ingredientes, los tipos de ingredientes, los porcentajes nutricionales y las declaraciones comerciales.

Una primera pista sobre la calidad del pienso, y que facilita la vida a los que van a la compra del saco sin las gafas de ver de cerca, es la declaración comercial en la parte delantera del saco. Aunque no es muy precisa, si está legislada y es un indicador razonable de la calidad del pienso que tenemos delante. No es lo mismo pienso de ternera que rico en ternera, ni con ternera o sabor a ternera. Por ley, en el primer caso habrá más de un 25% de carne de ese animal, en el segundo contendrá entre un 13 y un 25%, en el tercero entre un 4 y un 13% y en el cuarto, puede no llevar nada de ese tipo de carne y ser solo saborizante.

Leer la etiqueta de ingredientes

En la parte trasera, o en alguno de los laterales el saco debe aparecer la tabla de los ingredientes, que debemos examinar con atención. Así, por ley, el orden de ingredientes debe ser de más a menos, del que más haya al que menos. Así, por orden de calidad alimenticia, no en el que pueden aparecer en la lista, los ingredientes básicos son cuatro: carne de uno o varios animales (puede ser ternera, cerdo, pavo, cordero, salmón, vaca, buey…) y generalmente de partes que también serían aptas para el consumo humano; piensos de animal, sin especificar qué partes; subproductos de origen animal, que provendrían de partes de animales que no son aptas para el consumo humano, y harina animal, que es un compuesto deshidratado con escaso valor nutricional. Los porcentajes de cada elemento deben estar ordenados de más cantidad a menos.

En lo que se refiere a la información nutricional, deben aparecer proteínas, grasas, fibra y cenizas. Esto último es el residuo seco que queda tras elaborar el pienso. Pueden aparecer otros, pero no son esenciales. Los dos a los que hay que prestar atención son las proteínas y las grasas. En principio, la calidad mayor o menor vendría por el porcentaje de proteína, que debe está entre el 20 y el 40% del total. La grasa debe aparecer en menos cantidad, entre el 5 y el 10%. Para valorar el más adecuado habrá que tener en cuenta cómo es nuestra mascota, la especie, su edad y su actividad diaria.

En la lista de ingredientes también hay que fijarse en que haya frutas, verduras, que los posibles cereales sean sin gluten y que se hayan incluido vitaminas y minerales. Cuanto más abajo y separados aparezcan aditivos y conservantes, mejor, ya que aportan pocos beneficios a los animales. Aunque en este caso hay que hacer una indicación a los que adquieran alimento para gatos. Estos son carnívoros estrictos por lo que hay que fijarse en que entre los suplementos incorporados se incluya los aminoácido taurina y arginina, esenciales para ellos.