Después de mandar al ministro de Justicia a preparar los cuerpos y las almas, el presidente español en persona ha abierto la puerta a indultar a los presos procés. La prensa de orden acude hoy en estampida ante el trapo rojo. "Sánchez quiere ser el «pacificador» de Cataluña como Zapatero con ETA", se desgañita La Razón en primera. "El «problema catalán» tiene un precio", insiste en un editorial que remata con un clásico del argumentario diestro: "La historia nos dicta que el nacionalismo busca imponerse a la mitad de los catalanes, con lo que no se resolvería ningún problema".

Cuatro de cada cinco columneros dedican sus piezas al asunto, incluido el jefe de máquinas, Francisco Marhuenda, que tira de otro de los mantras favoritos: "No es posible dialogar con aquellos que quieren destruir España. La experiencia demuestra que el único lenguaje que entienden los independentistas es la firmeza del estado de Derecho. No hay otro camino, porque nuestra debilidad es su fuerza".

Creativo, Pedro Nárvaez da a luz una metáfora taurina: "Cuando suenen los clarines los políticos presos serán libres y creerán que se ha hecho justicia que es como llegar a la final de la isla de las tentaciones tras poner los cuernos ante el respetable. Sánchez hará algo peor que entregar Ceuta y Melilla al orondo rey de Marruecos, saltará la valla catalana para ampliar el efecto llamada, otro ladrillo en el muro que los separará del resto de España".

José Antonio Vera titula "Licencia para delinquir" y sale por una petenera inesperada: "Todo sigue igual, o incluso peor. Aragonés hace lo que le dice Junqueras, y Puigneró, el nuevo vicepresidente de la Generalitat, lo que le ordena el fugado de Waterloo. ¿También van a indultar al desertor antes incluso de ser detenido y condenado? Bien visto, nos ahorraríamos el trabajo de los jueces, el gasto por el juicio, la manutención en la cárcel y el bochorno de tenerle después que poner en libertad".

La anterior argumentación coincide, por lo menos en espíritu, con la filípica de Carmelo Jordá tiutalada "Sí a los indultos". Ganada la atención del lector, el autor se explica: "Que nadie me interprete mal: indultar a esta caterva de delincuentes que tanto daño han hecho y, sobre todo, tanto daño están dispuestos a hacer es una canallada y una vergüenza, pero hay que asumir que es inevitable, así que dejemos a Sánchez que haga el canalla de la forma que más va a perjudicarle". Cuanto peor, mejor.

En el mismo medio que comanda Federico Jiménez Losantos, otro titular que pretende impactar: "A Tejero no lo indultaron". La pieza la firma José García Domínguez, y ni me molesto en entresacar una cita.

Por parecida senda de las comparaciones forzadas, el siempre ruidoso Miquel Giménez titula "No hay indulto para Vox". Y luego, cuela su mercancía: "Cuidado. Las libertades que hoy recortan a tu vecino mañana te las pueden recortar a ti. De momento, tendremos indulto para quienes delinquieron y juran que lo volverán a hacer, pero lo grave es que Abascal vaya a Ceuta a dar apoyo a los habitantes de esa ciudad. Así están las cosas".

No nos despistemos. No estábamos con Vox sino con el indulto a los condenados por el procés. Si más arriba les contábamos el despliegue de La Razón, el de ABC no le va a la zaga. Para empezar honores de cuatro quintas partes de portada. Bajo la mancheta, se destacan las palabras de Sánchez: "Ni revancha ni venganza". Luego viene el mensaje principal: "Sánchez prepara los indultos y presiona a los jueces". Y aún queda la apostilla: "Intenta condicionar al Tribunal Supremo al señalar que su oposición a la medida de gracia iría contra la concordia y el diálogo y no serviría para corregir errores".

Eso, como les decía, en primera. En el editorial, más madera: "El peligro persiste porque ellos lo jalean. No merece ser indultado quien solo exige de España una humillación y la renuncia a seguir siendo una nación. Sería como si el Gobierno les pidiese perdón por su golpismo y aceptara que los jueces fueron culpables de dictar un fallo injusto y represivo. Demasiado insultante todo, incluso para Sánchez". Todo, bajo el título "Indultos insultantes".

No es muy original el juego de palabras. También lo emplea Ignacio Camacho, que lo adapta como "Indulto/insulto", antes de verter brea: "Ese indulto es en realidad un insulto a la nación entera, la que vivió en abierta zozobra los días del referéndum y la revuelta. Y muchos españoles, incluso de entre los que contemplan con cierta simpatía al Gobierno de izquierdas, van a rechinar los dientes cuando vean salir a Junqueras con menos de un tercio de la condena".

El director del diario de las tres letras, Julián Quirós, también tiene algo que decir: "España no pertenece al lejano oeste, no es el país del OK Corral, de los duelos al sol, la ley de la horca o el ojo por ojo. Este es un Estado de derecho de plenas garantías jurídicas y democráticas, como los grandes países europeos, con juicios justos, donde resultan imposibles la revancha y la venganza. ¿O no, presidente?".

Penúltima parada en El Español de Pedro J. Ramírez. Su editorialista, seguramente él en persona, incide: "¿Debe la víctima, es decir el Estado, perdonar a unos delincuentes que no sólo no se han arrepentido de los delitos cometidos, sino que han prometido que lo volverán a hacer en cuanto pongan un pie en la calle? Sólo hay que recordar una de las frases más conocidas de Oriol Junqueras ("que se metan los indultos por donde les quepa") para darse cuenta del inmenso error que supondría conceder el perdón del Estado a quienes arriesgaron un conflicto civil entre españoles en 2017".

Y por fin nos encontramos a Santiago González en El Mundo, acordándose del pobre coronado que tendrá que poner su nombre al pie de la medida de gracia: "El indulto deberá firmarlo el Rey y plantear a Felipe VI semejante tesitura sería por parte de la banda de Sánchez un equivalente a ciscarse en aquel discurso del 3 de octubre de 2017 que tanto consuelo supuso para tantos españoles, incluyendo en este colectivo a la mayoría de los ciudadanos catalanes. Un aliciente más para el doctor Fraude, que esperará al verano para perpetrar la fechoría, aunque se equivoca si cree que le puede salir gratis. Lo volverán a hacer, ya lo verán". Si han llegado hasta aquí, tienen mucho mérito.