La VanguardiaA la caza del primer lehendakari el millonario vasco-filipino Manuel de Ynchausti que financió la fuga de José Antonio Agirre Lekube
Como indica el título de mi libro, me he centrado en los años 1940 y 1941, período en el que el lehendakari vivió, bajo una falsa identidad, en cierta semiclandestinidad. Mis objetivos principales han sido, por un lado, comprobar la veracidad del relato de su fuga que Agirre dejó escrito tanto en su libro autobiográfico De Guernica a Nueva York pasando por Berlín como en su diario personal.
Por otro lado, he querido explicar científicamente por qué Agirre logró escapar de la Gestapo alemana y de la DGS española, pero no así sus homólogos de la Guerra Civil española, el president catalán Lluís Companys y el que fuera presidente del Gobierno republicano Francisco Largo Caballero. Esta perspectiva ampliaba el foco, llevándolo más allá de los lares vascos. Reconstruir la fuga de Agirre basándome en documentos requería también investigar la caza del lehendakari desde la óptica de los que le persiguieron. A mi modo de ver, representan las dos caras de la misma moneda.
Los instrumentos necesarios para la labor me los dio la Ciencia de la Historia.
Para ser sincero, cuando empecé, en 1991, a investigar la estancia clandestina de Agirre en Berlín no sabía que el tema me llevaría tan lejos. En un principio sólo quería comprobar si lo que decía el lehendakari sobre su fuga era verdad y, por ende, podía fiarme de lo que dejó escrito. Mi escepticismo venía, por una parte, por el daño que al periodismo y a la Ciencia de la Historia había causado pocos años antes el escándalo de la publicación de los falsos "diarios de Hitler". Por otra, en la Universidad no había problema alguno en investigar el pasado vasco, que era lo que me interesaba, pero en el caso de que lo hiciera desde la óptica española, dado que yo quería hacerlo desde una perspectiva vasca, el profesorado alemán y algunos docentes españoles darían por supuesto que eso significaría trabajar con fuentes de poca calidad. Esta sospecha generalizada me obligaba a blindar mis posiciones más y mejor que lo que hubieran tenido que hacer otros historiadores que estudiaran el tema desde otra perspectiva.
Hasta hoy en día resulta más fácil tachar al jeltzale Agirre de "nazi", y divulgar esta mentira acuñada por la posverdad, que argumentar por qué el lehendakari continuó siendo fiel a sus convicciones ideológicas y religiosas aun estando escondido en la capital del Reich nazi.
Que finalmente me hicieran falta 30 años para culminar mi proyecto se debe en primer lugar a que Agirre en su huida procuró dejar el mínimo posible de huellas documentales, incluso cuando hizo uso de la falsa identidad de abogado panameño llamado José Andrés Álvarez Lastra. Este nombre falso se basaba en un pasaporte auténtico que le facilitó el cónsul panameño Germán Guardia Jaén. Una línea de investigación que tracé se centró en localizar las huellas documentales del supuesto panameño.
De hecho, encontré lo que denominé su "partida de nacimiento", que no es otra cosa que el dosier de extranjería belga con el que el falso Álvarez legalizó su estancia en el reino ocupado por los alemanes. Del mismo modo, el permiso de viaje provisional estadounidense de 1941 se puede considerar como el "acta de defunción", ya que con aquel documento Agirre volvió a recuperar su verdadera identidad.
Lo que faltan son documentos alemanes que acrediten la estancia de Álvarez en el Reich. Sin duda alguna, en la guerra se destruyó mucha documentación, pero me extraña que ni siquiera la reaparición de Agirre en América Latina, que fue todo un evento mediático, dejara rastro documental. Más si cabe cuando el importante eco periodístico obligó a la propaganda nazi a reaccionar a través de su emisión en castellano de Radio Berlín. No descarto, aunque no pueda probarlo, que el régimen nazi hiciera desaparecer cualquier indicio que el tal Álvarez Lastra hubiera dejado en la altamente burocratizada administración alemana, para, de esta forma, conservar la reputación de Policía omnipotente de la Gestapo y, a la vez, poder tachar de mentiroso a Agirre. Ante este fondo, se me iluminó el alma de historiador cuando encontré las fichas policiales que la Policía secreta había elaborado sobre Agirre, su vicelehendakari Jesús María de Leizaola y Companys en plena Guerra Civil.
Este y otros hallazgos se produjeron en el último lustro de mi investigación gracias a la digitalización de catálogos, documentos y otras fuentes archivísticas. De hecho y ante todo, fue la diversidad de archivos, fuentes y literatura secundaria que hube de consultar la que prolongó en el tiempo la investigación. El primer gran avance se produjo en 1997, cuando se publicó por primera vez el diario personal de Agirre. El diario se volvió a publicar en 2010, esta vez a cargo de la Fundación Sabino Arana, en una edición que incluía el facsímil del diario y notas de Iñaki Goiogana. El segundo gran avance se originó cuando pude utilizar la documentación de Manuel Ynchausti sobre cómo el vasco-filipino gestionó desde EE.UU. la fuga del lehendakari. El afán de querer comprobar la veracidad de lo que dejó escrito Agirre sobre su tiempo en Berlín me llevó a identificar y visitar algunos de los restaurantes y hoteles que frecuentó y que cita en su diario.
Cumplida esta primera tarea, disponía de los datos que me ayudarían a explicar científicamente por qué el lehendakari logró escapar. Lo ideal hubiera sido encontrar un dosier policial español o alemán sobre la caza del presidente vasco, pero, según parece, en los archivos no hay más documentación que la hallada, o aún no ha aparecido. Ante este vacío me pregunté si existe algo similar a una "teoría de la fuga" o un "perfil del fugitivo" que manejen policías y servicios secretos para dar con personas que han pasado a la clandestinidad. Encontré dos trabajos científicos que esbozan los planteamientos teóricos de lo que yo buscaba. Con estos estudios teóricos sobre la huida, junto con los datos históricos, he podido explicar por qué Agirre logró huir de los esbirros de Franco y Hitler, y, en cambio, no lo consiguieron Companys y Largo Caballero.
Toda esta línea de investigación me obligó a adentrarme en los sistemas represivos alemán, bastante bien estudiado hasta ahora, y español, que presenta aún numerosas lagunas. Estas últimas se explican por la falta de documentos españoles o el difícil acceso a los mismos. Por eso reconstruí detalladamente las visitas del director general de Seguridad, José Finat, y del ministro de Gobernación, Ramón Serrano Suñer, a Berlín en otoño de 1940.
De sus estancias en el Reich nazi resultó la detención de Juan Mari, hermano de José Antonio, en Bélgica. En el arresto intervino el policía español Pedro Urraca, quien anteriormente había llevado a Companys desde París a Madrid. Siguiendo los pasos de este siniestro personaje para los exilios catalán, vasco y republicano, llegué a documentar qué cerca del entorno de Agirre y de la comunidad vasca en Bélgica habían llegado los tentáculos de Urraca. Además, pude probar que el agente español siguió difamando a los Agirre durante la guerra fría, acusándolos de "prosoviéticos". Urraca solía vender por mucho dinero este tipo de informaciones en el mercado negro a la inteligencia militar de Estados Unidos. Por ello la CIA analizó sus informes, pero pudo constatar su baja calidad.
He extendido mi investigación hasta la guerra fría, no sólo por Urraca, también porque en 1956 Agirre regresó a Berlín. Sobre la razón de su estancia encontré material inédito en la Fundación Konrad Adenauer, cercana a la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Ya entonces la CDU giraba hacia posiciones proespañoles. En 2000 respaldó al PP a la hora de excluir el PNV del PPE.
Por eso no he podido obviar el "proceso de nazificación" al que el posfranquismo desde finales de los años 90 ha sometido al ámbito abertzale en su sentido más amplio, especialmente al PNV y, en última consecuencia, a Agirre. Su manera de proceder y sus mentiras se entienden mejor por la investigación científica. "Una mentira nos da a los historiadores tres días de trabajo" suele decir el catedrático y director del Centro de Estudios Vascos de Reno (EE.UU.), Xabier Irujo, y añade: "la de Gernika nos ha dado más de tres décadas desde que murió el dictador".
Dado que la posverdad es enemiga letal de cualquier Ciencia, he querido emplear la parte académica de mi investigación para defender la Ciencia de la Historia. Aunque esta última no puede ser tan exacta como la Matemática sí cuenta con métodos válidos que permiten reconstruir el pasado y contestar las preguntas que la rodean. Otra cosa es que algunos confundan la historiografía con escribir la historia a su gusto, como si estuvieran pintando un cuadro.
Ante este panorama he tenido en cuenta que el estilo académico tradicional puede aburrir mucho al lector interesado y en este caso, incluso, podría frenar en seco el relato de una fuga. No obstante, para conservar la validez científica de la obra, no podía omitir los detalles académicos que la hacen revisable. Por eso decidí dividir el libro en dos partes, así como en un DVD podemos encontrar la película y su making of. En la primera parte narro en estilo periodístico -sin notas a pie de página y sin debatir las posiciones de otros historiadores- cómo fue la caza y fuga del primer lehendakari. Se trata del resumen de los datos que he obtenido en mi investigación. Investigación que explico, también en un estilo ameno, en la segunda parte. En esta segunda parte revelo mis fuentes y explico mi posición respecto a otras obras. Esta parte es importante para todos los que quieran saber en qué se basa mi reconstrucción de la fuga de Agirre.
Para mí esta división del libro en dos partes intenta acercar la Ciencia a la sociedad. En concreto, la Ciencia de la Historia sirve para reconstruir el pasado y comprender así el presente. Son dos pasos preliminares para poder diseñar un futuro mejor. En este caso, el hilo conductor lo han formado el propio protagonista y todas las demás personas que, de una forma u otra, intervinieron en la fuga y caza del lehendakari Agirre.
Es historiador doctorado y periodista. De joven llegó a conocer Euskadi de la mano de sus padres alemanes, quienes, desde 1960, mantenían una estrecha relación con Gernika. Paralelamente a su labor como periodista, se ha dedicado a investigar el pasado y presente de Euskal Herria, publicando varios estudios históricos y políticos en forma de libros y artículos en castellano, alemán e inglés.