National Geographic ha publicado un artículo sobre Elantxobe y lo ha presentado de una forma muy certera: como “un pequeño puerto suspendido entre acantilados y mar”, en un rincón de la costa vasca donde, dicen, “aquí siempre se mira al mar”. La revista describe un lugar que está adaptado a la perfección a su entorno: las casas, de colores, están “escalonadas en el vertiginoso acantilado del Cabo Ogoño” y da la sensación de que se levantan para “mecerse con las olas”.
Un pueblo pequeño
Elantxobe es un municipio muy pequeño y esta construido en base a esa falta de espacio. National Geographic insiste en que el trazado del pueblo sigue la pendiente y en que “las callejuelas también siguen su forma empinada” y van “serpenteando” por cuestas que parecen no terminar. En ese recorrido, la revista remarca el “aroma a salitre” que lo impregna todo.
Un puerto con siglos de memoria
El texto recuerda que del mismo puerto han salido a faenar “desde hace siglos”, y que el mar no solo ha dado pescado, sino también historias. De hecho, menciona que en su momento los vecinos llegaron a vivir una época ligada a la caza de ballenas, cuando estas aguas eran ricas en cetáceos y otras especies. Fue entonces cuando el puerto se convirtió en un punto clave desde el que partían pequeñas embarcaciones “en busca de la ballena franca”. Con el tiempo, esa actividad cayó y la economía tuvo que reinventarse: la publicación cuenta que el pueblo evolucionó hacia la pesca costera y hacia la industria conservera, con productos como la anchoa o el bonito del norte como protagonistas.
National Geographic subraya que el corazón de Elantxobe está en esa relación constante entre la gente y el mar. Habla de las fachadas de colores y de la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, patrón de los marineros, colocadas en lo alto “con la mirada fija” hacia donde salen y vuelven los pescadores.
Una rotonda que gira
El pueblo cuenta con una plaza con una rotonda giratoria para que los autobuses puedan dar la vuelta. National Geographic explica que durante muchos años los buses tenían que salir del pueblo “dando marcha atrás”, con dificultades y poca visibilidad, porque no había espacio físico para maniobrar. La solución fue una plataforma que gira con un mando manual y facilita la salida hacia otros puntos de la zona.
Según la publicación, "el lugar ahora se ha convertido en un puerto turístico para todos aquellos que llegan con la intención de dejarse deleitar, no solo por el salitre, sino también por la inmensidad de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai".
El entorno de Elantxobe ofrece además numerosos lugares turísticos que complementan la visita al pueblo. Muy cerca se encuentra Lekeitio, con su puerto, su casco histórico y la isla de San Nicolás, accesible a pie con marea baja; también Gernika, con la Casa de Juntas y el Árbol, símbolo de la historia vasca. La zona está integrada en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, donde se pueden recorrer marismas, miradores y senderos naturales, además de pueblos costeros como Bermeo o Mundaka, conocidos por su ambiente marinero y, en el caso de Mundaka, por su ola y su playa.