Bilbao guardará para siempre un lugar en la historia del Tottenham y un hueco gigantesco en los corazones de los miles de aficionados que le acompañaron en la inolvidable jornada de este miércoles por las calles de la capital vizcaina y, por supuesto, también dentro de San Mamés. La Catedral fue durante unas pocas horas el epicentro del fútbol europeo, al que acudieron más de 200 periodistas acreditados y en torno a un centenar de fotógrafos. La final que soñó ganar el Athletic, para la que Aritz Aduriz fue escogido como embajador de la UEFA, cuyo trofeo soñó con entregárselo a Óscar de Marcos, pero de la que fue apeado por el Manchester United de una manera muy cruel en semifinales, la ha ganado el Tottenham, que escribe con letras de oro su nombre en la historia de la villa, como hiciera doce meses atrás el Barcelona, entonces al conquistar la Champions femenina.
En un encuentro soporífero, que no hizo merecimientos a una jornada histórica, el solitario tanto del joven Brennan Johnson, otorgado por la UEFA, pero que quedará la duda de si fue en propia puerta y en tal caso con la mano de Luke Shaw, les dio el título a los londinenses. Un equipo que salva la temporada con la conquista de su primera Europa League -cuenta además con dos copas de la UEFA y una Recopa-, que le permitirá disputar la próxima edición de la Champions y quizá verse las caras con el Athletic; y que de paso ahonda aún más en la crisis del Manchester United. Anoche, ni los árbitros pudieron echarle una mano al conjunto mancuniano, donde se intuye un verano movido y sin competiciones europeas a la vista la próxima temporada. La alegría de hace pocas semanas en San Mamés fue este miércoles una terrible pesadilla para los diablos rojos.
Bilbao recibió una invasión inglesa nunca antes vista, ni en aquellas locas tardes del verano de 1982, cuando la ciudad fue sede del Mundial e Inglaterra disputó sus tres partidos de la fase de grupos en el antiguo San Mamés, frente a Francia, Checoslovaquia y Kuwait. Tampoco, ni punto de comparación, con las recordadísimas visitas del Newcastle o el Manchester United en competiciones europeas para enfrentarse al Athletic. Lo de este miércoles fue una cosa totalmente distinta, mucho más especial, al menos para los aficionados de los Spurs y de los diablos rojos, que tiñeron de colorido y ambiente, sano en algunos casos, no tanto en otros, las calles de la villa desde la tarde del martes.
Los vecinos de la capital vizcaina y los miles de curiosos de los alrededores que se dejaron ver por distintos lugares de la ciudad desde primera hora, muchos de ellos ataviados con camisetas del Athletic, que lucieron con el orgullo herido por lo que pudo haber sido y no fue, cohabitaron con los más de 50.000 ingleses, unos 55.000 según cálculos del Ayuntamiento de Bilbao.
Después de zurrarse en la tarde del lunes en un par de bares de Santander y de repetir la escena por las calles del casco viejo de Donostia en la noche del martes, pareció que las aguas llegarían más calmadas a Bilbao. Pero por la tarde, tras ingerir enormes cantidades de cerveza, la cosa se truncó. Con miles de ingleses borrachos deambulando cual zombies por las calles parecía una misión imposible que no sucediera nada y… acabó pasando. Se contabilizaron peleas, no muy graves ni numerosas, en la calle Egaña, en Licenciado Pozas y también en García Rivero. Hechos más o menos anecdóticos, con los que se podía contar de antemano.
Claro que cabía menos esperar que a los del Tottenham les diera por romper un semáforo para entretenerse nada más llegar a Bilbao el martes y a sus rivales, para igualar el nivel de tontuna, se les ocurriera la brillante idea de trepar por un andamio en la Plaza Nueva para llenarlo de banderas del Manchester United. De paso, asaltaron un balcón como si fuera suyo, para enfado del propietario, que les echó de allí con un palo. Después llegaría la Ertzaintza a desalojar el andamio.
Fueron algunos de los inconvenientes con los que tuvieron que convivir los vecinos de la villa, que estaban avisados de antemano de las muchas restricciones, especialmente de tráfico, con las que les tocaría convivir. Pero Bilbao demostró estar preparada para acoger este tipo de eventos, como ya hiciera anteriormente con las finales continentales de rugby o con la salida del Tour de Francia y la final de la Champions femenina en mayo del pasado año. Tras encumbrar al Tottenham, San Mamés y Bilbao quieren más.